Los pueblos más subestimados de toda Europa: 31 joyas escondidas que tienes que visitar
La alegría de los pueblos pequeños
Cuando se organizan unas vacaciones por Europa, lo habitual es pensar en los destinos más grandes y conocidos. Sin embargo, los caminos menos transitados suelen ofrecer las experiencias más gratificantes.
En esta galería hemos reunido los pueblos más subestimados de cada país europeo que, sin duda, pueden convertirse en la mejor sorpresa de tu próximo viaje. La selección incluye los Estados miembros europeos reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con la excepción de Rusia, Bielorrusia y Ucrania debido a la guerra en curso.
Haz clic en esta galería para descubrir los pueblos más subestimados de Europa…
Adaptado al español por Ana Niño, Redactora en español para loveEXPLORING.
Alemania: Füssen
Enmarcada por picos alpinos y lagos de aguas cristalinas, Füssen ofrece un entorno de cuento. Su casco antiguo, de aire romántico, invita a pasear entre edificios históricos, mientras que el imponente Palacio Alto se alza como uno de los complejos góticos tardíos más grandes y mejor conservados de Baviera.
En su patio destacan las pinturas ilusionistas de más de 500 años, diseñadas para engañar al ojo con marcos de ventanas falsos y relieves pintados. La ciudad alberga también el antiguo monasterio benedictino de San Mang, un espléndido conjunto barroco cuyos orígenes se remontan al siglo VIII.
Albania: Gjirokaster
Apodada “la Ciudad de Piedra”, la pintoresca localidad de Gjirokastër, en el sur de Albania, se alza en las laderas del Mali i Gjerë (“la montaña ancha”), junto al río Drino. Coronada por su imponente castillo, la ciudad está declarada Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y conserva un valioso conjunto de casas tradicionales de piedra con balcones de madera, estrechas calles empedradas y empinadas escaleras que llevan hasta el histórico bazar.
Además de pasear entre su arquitectura única, Gjirokastër es un lugar perfecto para probar la cocina tradicional albanesa y sirve como punto de partida ideal para descubrir los paisajes y pueblos de los alrededores.
Andorra: La Cortinada
La mayoría de los viajeros que visitan Andorra, uno de los países más pequeños de Europa, suelen quedarse en la capital, Andorra la Vella, o dirigirse a sus estaciones de esquí. Sin embargo, en la parroquia de Ordino, al norte del país, se encuentran algunos de los pueblos más bonitos y con más encanto del Principado.
Uno de ellos es La Cortinada, un precioso enclave situado en un valle boscoso y rodeado de montañas. El pueblo conserva un conjunto de edificios tradicionales de piedra que datan del siglo XII, entre los que destaca la iglesia de Sant Martí de La Cortinada, considerada uno de los mejores ejemplos de la arquitectura románica andorrana.
Austria: Lienz
A menudo confundida con la ciudad mucho más grande de Linz, Lienz es una joya escondida en pleno Tirol Oriental austríaco. Rodeada de espectaculares montañas, se la conoce como “la perla de los Dolomitas”. Su histórica Hauptplatz (plaza principal) cobra vida en verano con conciertos al aire libre y el popular Festival de Teatro Callejero Olala, que se celebra cada mes de julio.
Con una media de 2.000 horas de sol al año, este encantador pueblo combina el aire mediterráneo con los paisajes alpinos, lo que lo convierte en un destino perfecto para visitar en cualquier época del año.
Bélgica: Malinas
A medio camino entre Bruselas y Amberes, la pequeña localidad de Malinas suele pasar desapercibida para muchos viajeros. Sin embargo, merece una visita gracias a su impresionante plaza mayor, rodeada de casas barrocas flamencas y presidida por la espectacular torre de la catedral de San Rumbold.
Sus calles conservan elegantes mansiones e iglesias históricas, mientras que los amantes de la cerveza pueden acercarse a la Brouwerij Het Anker, una de las fábricas más antiguas de Bélgica y cuna de la célebre Gouden Carolus Classic, una cerveza oscura belga de gran cuerpo y sabor intenso, reconocida a nivel mundial.
Bosnia y Herzegovina: Jajce
Aunque poco conocida, la pintoresca ciudad de Jajce, situada a unos 107 kilómetros al noroeste de Sarajevo, combina una rica historia con una naturaleza espectacular. Dominada por su imponente fortaleza medieval, fue en su día la capital del reino bosnio hasta que cayó en manos del Imperio otomano en 1527.
A los pies de la fortaleza se encuentra la impresionante cascada de Pliva, una caída de agua de 21 metros de altura en pleno centro urbano. Esta maravilla natural ha convertido a Jajce en candidata provisional a ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Bulgaria: Koprivshtitsa
Aunque Sofía y Plovdiv concentran gran parte de la atención, la pequeña joya de Koprivshtitsa deslumbra con el mismo encanto que las grandes ciudades búlgaras. Situada en pleno corazón de la cordillera de Sredna Gora, esta localidad histórica, perfectamente conservada, destaca por sus casas de vivos colores y sus calles empedradas.
Conserva nada menos que 388 monumentos históricos, muchos de ellos antiguos hogares de escritores, revolucionarios y políticos búlgaros. Declarada en 1952 como la única ciudad-museo de Bulgaria, Koprivshtitsa es considerada cuna de la cultura nacional y cada pocos años acoge un gran festival de folclore que atrae a visitantes de todo el país.
Croacia: Opatija
Aunque la mayoría de los viajeros que llegan a Croacia se concentran en Dubrovnik, Split o Zagreb, el país guarda tesoros menos conocidos que merece la pena descubrir, como Opatija. Conocida como la “Viena del mar” por su elegante arquitectura de estilo Belle Époque, esta encantadora ciudad fue uno de los balnearios más prestigiosos de Europa en su tiempo.
Famosa por su clima suave durante todo el año y su espectacular ubicación en la costa adriática, Opatija conserva gran parte de su antiguo esplendor, con históricos cafés, playas cuidadas, hoteles de lujo y restaurantes de calidad. Además, es un punto de partida perfecto para recorrer la región circundante.
Chequia: Kutná Hora
A solo 65 kilómetros al este de Praga, la ciudad de Kutná Hora puede parecer discreta a primera vista, pero un breve trayecto hasta su casco histórico revela algunas de las joyas medievales mejor conservadas de toda la República Checa. Antiguo centro de la minería de plata, fue también el corazón financiero de Bohemia hasta el siglo XVI y aún conserva gran parte de su antigua grandeza.
Sus calles empedradas y casas históricas conducen a monumentos únicos como la catedral de Santa Bárbara, uno de los templos góticos más impresionantes de Europa Central, y el famoso osario de Sedlec, una capilla decorada con los huesos de unas 40.000 personas: una inquietante obra maestra de lo macabro.
Dinamarca: Faaborg
Considerada una de las ciudades comerciales más antiguas y bellas de Dinamarca, Faaborg es el destino perfecto para quienes buscan escapar del ajetreo de Copenhague. Situada entre el archipiélago de Funen y las colinas onduladas de Svanninge, esta localidad cautiva con sus estrechas calles, casas de entramado de madera y un animado puerto lleno de encanto tradicional.
Su plaza central está rodeada de acogedoras cafeterías y restaurantes donde probar la cocina danesa clásica. Además, el Museo de Faaborg acoge una de las colecciones de arte más relevantes del país, con obras de los célebres pintores de Fionia, conocidos por retratar la vida y paisajes de la isla de Funen.
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Eslovaquia: Banská Štiavnica
Banská Štiavnica, fundada en el siglo XIII, es la ciudad minera más antigua de Eslovaquia y forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO por su enorme importancia histórica. Aquí se estableció en 1762 la primera academia de minería y silvicultura de Europa, lo que atrajo durante siglos a ingenieros y científicos de prestigio. La riqueza generada por la extracción de minerales transformó el lugar en una elegante ciudad llena de palacios renacentistas, iglesias del siglo XVI, plazas monumentales y castillos que todavía se conservan. En los alrededores aún pueden explorarse vestigios únicos de su pasado industrial.
Eslovenia: Ptuj
Ptuj, considerada la ciudad más antigua de Eslovenia (con orígenes que se remontan al quinto milenio antes de Cristo), es un lugar encantador, dominado por un castillo que se alza sobre los tejados rojos y las calles empedradas. En invierno acoge el Kurentovanje, el festival más famoso del país y Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. La fiesta arranca a medianoche, cuando los kurents —figuras tradicionales con pieles, máscaras y cencerros— comienzan a ahuyentar el frío y los malos espíritus. Los festejos continúan con desfiles, bailes de máscaras y celebraciones que culminan el martes de Carnaval, cuando toda la ciudad se paraliza para unirse a la diversión.
España: Ronda
Las grandes ciudades de España ejercen una enorme atracción, pero Ronda demuestra que lo pequeño puede ser igual de espectacular. Encajada en lo alto del desfiladero del Tajo y atravesada por el impresionante Puente Nuevo del siglo XVIII, la ciudad combina paisajes dramáticos con un rico legado cultural. Sus raíces moriscas se perciben en el casco antiguo y en los baños árabes, construidos entre los siglos XIII y XIV, mientras que su plaza de toros es una de las más antiguas del país. Ronda cautivó a Ernest Hemingway, que la convirtió en escenario de Por quién doblan las campanas (1940), y a Orson Welles, cuyas cenizas reposan aquí.
Estonia: Haapsalu
La pequeña ciudad costera de Haapsalu, en el oeste de Estonia, combina el ambiente relajado de un balneario con un rico patrimonio histórico. Famosa desde el siglo XIX por sus baños de barro y sus tratamientos de spa, conserva un casco antiguo lleno de casas tradicionales de madera y un pintoresco castillo en ruinas del siglo XIII.
Hoy en día, el castillo alberga un museo y se convierte en escenario de grandes citas culturales, como el Festival de Blues de Agosto —el mayor del Báltico— y el Festival de Cine de Terror y Fantasía de Haapsalu, que cada verano atraen a miles de visitantes internacionales.
Finlandia: Porvoo
Famosa por su casco antiguo de madera, Porvoo enamora con sus calles empedradas flanqueadas por casas de vivos tonos pastel. A orillas del río se alzan sus característicos almacenes de color rojo ocre, uno de los paisajes más icónicos de la ciudad.
Aunque resulta encantadora en invierno, muchos viajeros prefieren visitarla en verano, cuando es posible llegar desde Helsinki a bordo del histórico MS J. L. Runeberg, un barco construido en 1912 que ofrece cruceros de temporada a través del laberinto de islas de la costa finlandesa.
Francia: Bayona
A orillas de los ríos Adour y Nive, Bayona es una de las ciudades más bellas del suroeste de Francia y capital del País Vasco francés. Antiguo bastión estratégico, conserva tramos de murallas que se remontan a época romana y que fueron reforzadas en el siglo XVII.
Su casco antiguo, con casas de entramado de madera y calles empedradas, invita a perderse sin prisa. Entre sus encantos destacan también las boutiques locales, donde se pueden adquirir boinas vascas, ropa de lino y delicias tradicionales como la tarta vasca y el queso Ossau-Iraty, uno de los más emblemáticos del Pirineo francés.
Grecia: Kastoria
La ciudad lacustre de Kastoria es un paraíso tanto para los amantes de la naturaleza como para los apasionados de la historia. Un paseo por la orilla del lago, bajo la sombra de hayas y plátanos, conduce hasta la espectacular Cueva del Dragón, que esconde siete lagos subterráneos y galerías cubiertas de estalactitas y estalagmitas.
De regreso al casco urbano, destacan las elegantes mansiones de estilo macedonio, varios museos y un impresionante patrimonio religioso: más de 60 iglesias bizantinas y posbizantinas que abarcan desde el siglo IX al XIX. Entre ellas sobresale el monasterio de Panagia Mavriotissa, famoso por sus murales que representan a emperadores bizantinos.
Hungría: Kőszeg
Apodada la “joya de Hungría”, la ciudad de Kőszeg sorprende con sus calles empedradas llenas de edificios góticos, renacentistas y barrocos que invitan a pasear sin prisa.
Su principal atractivo es la fortaleza de Kőszeg, conocida como castillo de Jurisics en honor a Miklós Jurisics, el capitán que defendió la ciudad frente al asedio otomano de 1532. Hoy funciona como museo y recuerda aquel episodio histórico. Otros lugares destacados son la iglesia del Sagrado Corazón, con sus inconfundibles torres gemelas, el ayuntamiento renacentista y la antigua sinagoga, testimonio de la comunidad judía que prosperó en la ciudad.
Islandia: Akureyri
Con apenas 20.000 habitantes, Akureyri es conocida como la “capital del norte” de Islandia y, pese a su tamaño, ofrece mucho que ver y hacer. Su iglesia principal, diseñada por el célebre arquitecto Guðjón Samúelsson, es uno de los símbolos de la ciudad. Muy cerca, la piscina geotérmica al aire libre se ha convertido en una de las más populares del país.
Otro de sus grandes atractivos es el Jardín Botánico de Akureyri, considerado por muchos como el parque más bonito de Islandia. A ello se suma una animada vida cultural y experiencias únicas como los baños de cerveza que, además de curiosos, son famosos por sus beneficios para la piel.
Irlanda: Sligo
A orillas del río Garavogue y bajo la imponente silueta la montaña Benbulbin, Sligo es una ciudad pequeña y animada cuyos paisajes escarpados rivalizan con los de Killarney y Wicklow, dos de los destinos turísticos más famosos del país. Para el poeta W. B. Yeats, Sligo era “la tierra del deseo del corazón”, y en el Yeats Building se puede profundizar en su vida y obra.
Más allá de su legado literario, los alrededores de la ciudad son ideales para recorrer en bicicleta y disfrutar de la naturaleza. Al caer la noche, nada mejor que vivir la reputación de Sligo como cuna de la música tradicional irlandesa, con sesiones que se celebran casi a diario en pubs y locales de toda la ciudad.
Italia: Alba
Italia está llena de pueblos hermosos, pero Alba se gana un puesto especial en cualquier itinerario gracias a su prestigio gastronómico. Reconocida en todo el mundo por sus trufas blancas, su chocolate negro y sus vinos de los viñedos de Langhe, Roero y Monferrato (Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO), la ciudad es un auténtico paraíso para los amantes de la buena mesa.
Cada otoño celebra la famosa Feria Internacional de la Trufa Blanca, que atrae a visitantes de todo el planeta. Allí se organizan programas de cocina con chefs italianos e internacionales de primer nivel, además de seminarios de “análisis sensorial de la trufa”, una experiencia única para descubrir todos los matices de este codiciado manjar.
Letonia: Kuldīga
Conocida como la “Venecia de Letonia” por sus canales y su aire histórico, Kuldīga invita a perderse por sus callejuelas empedradas y pasear junto a sus riberas. Uno de sus mayores atractivos es la Venta Rapid, la cascada más ancha de Europa: alcanza hasta 250 metros de anchura, aunque solo tiene unos dos metros de alto.
Cada primavera y otoño, el lugar se llena de vida gracias al fenómeno de los “peces voladores de Kuldīga”, cuando los salmones intentan saltar la cascada en plena temporada de desove. De regreso a la ciudad, merece la pena probar el Goldingen Room, un restaurante reconocido por la prestigiosa Guía Blanca, la publicación gastronómica más influyente de los países nórdicos, considerada el equivalente escandinavo de la Guía Michelin.
Liechtenstein: Balzers
Aunque el diminuto principado de Liechtenstein es más famoso por sus estaciones de esquí, en Balzers se encuentra otro de sus grandes atractivos: los castillos. En lo alto de una colina que domina la ciudad se alza el castillo de Gutenberg, construido en la Edad Media y habitado hasta el siglo XVIII.
Tras quedar en ruinas, fue cuidadosamente reconstruido entre 1905 y 1912. Hoy los visitantes pueden recorrer su patio interior durante todo el año, mientras que la capilla y el jardín de rosas abren todos los domingos del 1 de mayo al 31 de octubre.
Lituania: Kėdainiai
Kėdainiai, una de las ciudades más antiguas de Lituania, presume de una historia que se remonta al siglo XIV. Su casco antiguo, lleno de plazas empedradas con encanto, combina estilos arquitectónicos muy variados: desde el gótico y el renacentista hasta el barroco y el clasicismo.
Pasear por sus calles permite descubrir boutiques locales, disfrutar de un almuerzo relajado en alguna de sus cafeterías con encanto o incluso terminar la jornada en una sauna tradicional. Y si visitas la ciudad en julio, no te pierdas el Festival del Pepino, una celebración popular única dedicada a este humilde vegetal.
Luxemburgo: Vianden
A orillas del río Our y rodeada de los espesos bosques y colinas de las Ardenas, Vianden parece salida de un cuento medieval. La ciudad despliega un impresionante perfil de chimeneas antiguas, agujas góticas y un castillo fortificado que domina el paisaje desde lo alto de un promontorio escarpado.
Recorrer sus calles empedradas es un auténtico placer, y los miradores de los alrededores regalan vistas espectaculares del valle. Para los más aventureros, Vianden presume del único telesilla de Luxemburgo, desde el que se obtiene una panorámica inolvidable del castillo y del frondoso paisaje del Our.
Macedonia del Norte: Struga
Mientras que la popular Ohrid se llena de turistas en verano, Struga —a orillas del mismo lago de aguas espectaculares— ofrece una alternativa mucho más tranquila. El río Drin Negro divide la ciudad en dos y le da un aire ribereño que recuerda a Ámsterdam, con una animada oferta de cafés y bares junto al agua. Sus playas son el gran atractivo: aguas cristalinas y algo más cálidas que las de Ohrid. También merece la pena acercarse al complejo monástico de Kališta (en la imagen), famoso por sus iglesias excavadas en la roca.
Malta: Victoria
Capital de Gozo, la segunda isla más grande del archipiélago maltés, Victoria es un destino ideal para sumergirse en la historia y la cultura del país. Situada en lo alto de una colina, su casco antiguo es un encantador laberinto de calles empedradas y plazas soleadas, repletas de terrazas y restaurantes donde probar el vino local.
Presidiendo la ciudad se alza la imponente Ciudadela amurallada, una visita imprescindible que concentra muchos de los principales atractivos de Victoria, entre ellos su catedral barroca del siglo XVIII, una de las joyas arquitectónicas de Gozo.
Moldavia: Cricova
La tranquila ciudad de Cricova, situada en el centro de Moldavia, guarda un tesoro bajo tierra que fascina a los enófilos. A 80 metros de profundidad se extiende un laberinto de 121 kilómetros de galerías subterráneas, la segunda bodega más grande del mundo. Allí se almacenan alrededor de 1,3 millones de botellas, distribuidas en "calles" y "avenidas" que llevan el nombre de los vinos que custodian.
Este asombroso complejo, conocido como la “Ciudad del Vino”, incluye salas de cata, elegantes salones para banquetes e incluso un cine. La red es tan vasta que se cuenta que el cosmonauta ruso Yuri Gagarin, primer hombre en el espacio, llegó a perderse en las cuevas durante horas.
Mónaco: La Colle
Frente al bullicio de Montecarlo, el barrio de La Colle ofrece un cambio de ritmo con su mezcla de encanto antiguo, lujo moderno y abundante vegetación. Sus calles estrechas invitan a pasear entre boutiques, cafeterías y rincones históricos, como la capilla barroca de la Visitación.
En lo alto se encuentra el Jardin Exotique, un espectacular jardín botánico con vistas panorámicas al Mediterráneo. Y para los amantes del arte, el Nouveau Musée National de Monaco guarda una colección de arte moderno y contemporáneo que incluye obras de grandes nombres como Claude Monet y Andy Warhol.
Montenegro: Ulcinj
Ulcinj, la ciudad más meridional de Montenegro, tiene una historia de más de 2.000 años. Fue en su día un centro de piratería y comercio de personas esclavizadas, pero hoy es célebre por sus hermosas playas, como la Velika Plaža, la más larga del país, con 13 kilómetros de arena dorada frente al Adriático.
Su casco medieval está sorprendentemente bien conservado, con calles empedradas, antiguas iglesias y mezquitas. Según la tradición local, también conserva los barrios donde se retenía a las personas esclavizadas y que, supuestamente, habrían albergado al mismísimo Miguel de Cervantes a finales del siglo XVI.
Noruega: Røros
Entre Oslo y Trondheim se esconde Røros, una ciudad minera histórica que es fácil pasar por alto, pero que merece estar en cualquier itinerario. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es una de las ciudades de madera más antiguas de Europa, con casas que datan de los siglos XVII y XVIII. En verano, Røros invita a hacer senderismo, ciclismo de montaña, pesca o incluso avistar renos en los parques nacionales cercanos. En invierno, el plan cambia: esquí, paseos en trineo —incluidos los tirados por perros— y su célebre mercado navideño, que convierte la ciudad en un auténtico cuento de invierno.
Países Bajos: Veere
Los Países Bajos están repletos de rincones poco conocidos, y uno de los más encantadores es la pequeña ciudad portuaria de Veere. Antiguamente fue un próspero centro de comercio de lana con Escocia, pero hoy atrae a los visitantes por sus calles empedradas, sus pintorescas casas neerlandesas y las acogedoras cafeterías que se asoman al mar. Además de ofrecer un ambiente tranquilo, muy distinto al bullicio de Ámsterdam, es un lugar perfecto para practicar deportes acuáticos, recorrer en bicicleta los alrededores o navegar por las islas y playas de Zelanda, una de las provincias más bellas y menos pobladas del país.
Polonia: Malbork
Quizá no sea el primer destino que venga a la mente al pensar en Polonia, pero la espectacular Malbork es imposible de ignorar. A poca distancia de Gdansk, esta pintoresca ciudad alberga el castillo de ladrillo más grande del mundo. Levantada en el siglo XIII por los caballeros de la Orden Teutónica —una orden militar y religiosa nacida en las Cruzadas—, la imponente fortaleza fue en su día residencia de reyes polacos. Hoy funciona como museo, y recorrer sus vastas salas góticas, pasillos y torres puede llevar varias horas, pero cada rincón recompensa la visita.
Portugal: Belmonte
En lo alto de una colina con vistas a la Serra da Estrela, en el centro de Portugal, se alza la hermosa ciudad medieval de Belmonte, lugar de nacimiento del explorador Pedro Álvares Cabral, el primer europeo en llegar a Brasil. Nació en su imponente castillo del siglo XIII, que aún domina el paisaje. Pero Belmonte también es célebre por su patrimonio judío: su comunidad logró mantener tradiciones en secreto incluso después de que los judíos fueran perseguidos y expulsados de la península ibérica a finales del siglo XV durante la Inquisición. Esta historia de resistencia y memoria se cuenta hoy en el extraordinario Museo Judío de Belmonte.
Rumanía: Bușteni
Ubicada en el valle de Prahova, al pie de las montañas Bucegi, Bușteni es una pequeña ciudad ideal para disfrutar de esta región escarpada durante todo el año. Punto de partida para esquiar, hacer alpinismo o recorrer rutas de senderismo entre cascadas y arroyos, la localidad está repleta de románticos complejos turísticos y cabañas de montaña. Un teleférico conecta con la cima más cercana, desde donde se contemplan panorámicas de 360 grados. Para quienes prefieren la historia y la cultura, el majestuoso castillo de Cantacuzino, construido a principios del siglo XX, es visita obligada: en él se rodaron varias escenas de la popular serie de Netflix Miércoles, también conocida en Latinoamérica como Merlina.(Wednesday, 2022).
San Marino: Borgo Maggiore
Borgo Maggiore, una de las ciudades más antiguas de la república, combina la arquitectura histórica con las comodidades modernas. El mercado de la ciudad, que data del siglo XIII, es un lugar bullicioso donde se pueden descubrir artesanías locales y especialidades regionales. Pasea por sus estrechas calles y descubre pintorescos cafés y lugares de interés histórico, como la Iglesia de la Virgen de la Consolación, famosa por su intrincado diseño. Un teleférico conecta Borgo Maggiore con la capital, San Marino, en un breve trayecto que ofrece unas vistas impresionantes del campo.
Serbia: Sokobanja
La pintoresca ciudad de Sokobanja, rodeada de montañas boscosas y atravesada por el río Morava, es un destino perfecto para descansar y desconectar. Sus aguas termales minerales se valoran desde la época romana por sus propiedades curativas, y hoy en día la localidad cuenta con varios centros de bienestar especializados. Sokobanja también presume de albergar el único baño turco en funcionamiento de Serbia, levantado en el siglo XV sobre antiguos baños romanos y renovado en 1830 y de nuevo en 2005.
Suecia: Nora
Nora es uno de los tres pueblos de madera más célebres de Suecia, con casas y granjas de vivos colores que conservan el aspecto de los siglos XVIII y XIX. Entre sus joyas destaca la mansión Göthlinska, hoy museo, que permite asomarse a la vida de una familia burguesa a finales del XIX. La ciudad también es famosa por sus helados artesanales, elaborados desde 1923 y disponibles de mayo a agosto en tres sabores tradicionales, con el de avellana como favorito.
Suiza: Sion
La pintoresca ciudad de Sion se encuentra en el cantón de Valais, en el suroeste de Suiza. Su casco antiguo medieval, donde se alza la Tour des Sorciers ("torre de las brujas"), utilizada en la Edad Media como prisión para acusados de brujería, se encuentra entre las colinas de Tourbillon y Valère. En lo alto de la primera se conservan las ruinas del castillo del obispo del siglo XIII, mientras que en la segunda se levanta la fortificada basílica de Valère (en la imagen). La basílica alberga el órgano más antiguo del mundo que aún se puede tocar, que data de 1435 y fue restaurado en la década de 1960.
Reino Unido: Godalming
En el sur de Inglaterra, Godalming es una encantadora ciudad histórica con mercado que presume de más de 350 edificios catalogados, es decir, protegidos por ley por su valor histórico o arquitectónico. Los amantes del diseño la recordarán por su vínculo con el arquitecto sir Edwin Lutyens y la paisajista Gertrude Jekyll, quienes dejaron varias obras en la zona. El Museo de Godalming cuenta con un jardín inspirado en sus diseños, además de exposiciones dedicadas a Jekyll en la Galería de Artes y Oficios. Entre sus piezas más valiosas está la pancarta que ella misma creó en 1913 para la Unión Nacional de Sociedades por el Sufragio Femenino.
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