Cuando el rock and roll lo cambió TODO: 30 imágenes que hicieron historia
Las primeras estrellas del rock
A muchos padres les parecía escandaloso. Las autoridades religiosas no lo veían con buenos ojos. Pero cuando el rock and roll irrumpió en escena en los años 50, los adolescentes conectaron al instante con su energía rebelde y vibrante. Transformó para siempre la música popular y dio paso a una nueva cultura juvenil que pronto se extendió más allá de Estados Unidos.
Haz clic o desplázate por esta galería para ver imágenes increíbles de los primeros días de esta revolución cultural y su impacto en todo el mundo…
Adaptado al español por Ana Niño, Redactora en español para loveEXPLORING.
Bill Haley and His Comets, 1954
Con sus trajes a juego, pajaritas y el pelo engominado, Bill Haley and His Comets no parecían muy distintos de las orquestas que triunfaban en los años 40. Pero cuando el mundo escuchó el chasquido del tambor al inicio de Rock Around the Clock, en 1954, todo cambió. Hubo altercados en institutos y salas de cine, y el Gobierno de EE. UU. no tardó en prohibir la canción. Así nació el rock and roll y la cultura adolescente ya nunca sería igual.
Elvis tocando en Tupelo, Misisipi, EE.UU., 1956
Aunque Rock Around the Clock fue el primer tema de rock and roll que escucharon millones de personas en todo el mundo, el género nació del rhythm and blues que sonaba en los locales del sur de EE. UU. Haría falta otro joven sureño, Elvis Aaron Presley, para llevar el rock and roll un paso más allá. En esta imagen lo vemos cantando y bailando en la Feria y Exposición Lechera de Misisipi y Alabama, en Tupelo.
Little Richard con mucho movimiento, 1957
Los afroamericanos llevaban décadas usando el término “rock and roll” como eufemismo, y Elvis triunfó precisamente por abrazar ese lado más provocador del género. Little Richard fue otro artista que no tuvo reparos en escandalizar. Y gracias a su aparición en películas como Mister Rock and Roll (1957), logró una visibilidad que habría sido impensable para otros músicos afroamericanos solo unos años antes.
Fan gritando en un concierto de Elvis, 1957
El impacto del rock and roll fue inmediato y arrollador. Muchos padres estaban escandalizados por aquella música y por cómo transformaba a sus hijos, antes mucho más reservados. En la imagen vemos a la joven Penny Taylor durante una función matinal de Elvis en un teatro de Filadelfia, en 1957. Desde entonces, la adolescencia nunca volvió a ser igual.
El Sr. Rock and Roll entrevista a Chuck Berry, 1957
La enorme popularidad del rock and roll entre los adolescentes estadounidenses en los años 50 se debió, en gran medida, al trabajo del autoproclamado “Mr. Rock and Roll”: el disc jockey Alan Freed (en la imagen, sentado a la derecha). Fue el primer DJ en usar esta expresión, y su programa de radio era el sitio de referencia para escuchar las novedades del género. Promotor incansable del rock and roll, Alan Freed ingresó en el Salón de la Fama del Rock and Roll en 1986.
RentaRadio, Nueva York, años 50
Los adolescentes estadounidenses se engancharon al rock and roll con rapidez, para desesperación de sus padres. Pero, aunque mamá y papá les prohibieran escuchar “la música del diablo” en el radiocasete familiar, pronto encontraron la forma de saltarse la norma. En Nueva York, RentaRadio alquilaba radios por solo 35 centavos la hora, con un mínimo de tres. Tiempo más que suficiente para sintonizar Rock ’n’ Roll Party, el programa nocturno de Alan Freed en la emisora WINS.
Adolescentes rebeldes en las calles de San Francisco, años 50
La rebeldía contra la autoridad ha sido una constante en el rock and roll desde sus comienzos. La aparentemente inocente Rock Around the Clock se convirtió en una inesperada llamada a la revuelta al sonar en la película Semilla de maldad (Blackboard Jungle, 1955). En ella, un profesor de un instituto problemático del centro anima a los alumnos a liberarse del control adulto. Un mensaje que muchos adolescentes, como estos reunidos en un punto de encuentro local en San Francisco, acogieron con entusiasmo.
El rock and roll se vuelve ruidoso, Nueva York, 1957
Esa rebeldía contra la autoridad hizo que los primeros conciertos de rock and roll fueran, a menudo, auténticos hervideros. Además de presentar su popular programa de radio, Alan Freed organizó algunos de los primeros grandes conciertos del género, como este en el Paramount Theatre de Nueva York, en 1957. Los espectáculos permitían a los fans ver hasta 16 actuaciones en una misma sesión, lo que generaba tal entusiasmo que era necesaria una fuerte presencia policial.
Adolescentes con dinero para gastar, años 50
El éxito del rock and roll no se debía solo al espíritu rebelde. El auge económico de EE.UU. tras la Segunda Guerra Mundial permitió que los adolescentes de los años 50 dispusieran de más dinero que ninguna generación anterior. Sus ingresos semanales medios pasaron de 2,4 dólares (aprox. 2 euros) en 1946 a 9 dólares (unos 7,60 euros) en 1956. Tantos podían permitirse tener su propio coche que el aparcamiento se convirtió en un problema en muchos institutos. En 1953, la revista Life informó de que el instituto Carlsbad, en Nuevo México, tuvo que habilitar una zona exclusiva de aparcamiento para estudiantes.
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Adolescentes escuchando discos, años 50
Esta nueva generación de estadounidenses tenía ingresos suficientes para romper con los hábitos de sus padres y definirse a través de la música. En 1958, el 70% de los discos vendidos se destinaban a adolescentes. A finales de los años 50, las empresas estadounidenses vendían 10 millones de tocadiscos portátiles al año. Fue la década en la que los jóvenes se convirtieron en un grupo clave para la economía y en el motor de la cultura popular.
Una gramola en una heladería, años 50
Los adolescentes estadounidenses de los años 50 tenían tiempo y dinero para divertirse. Y el rock and roll se convirtió enseguida en la banda sonora de esa diversión. Dondequiera que se reunieran, sonaban los últimos éxitos, normalmente en una gramola colocada en un rincón de su heladería o diner favorito —los típicos bares americanos con suelo de cuadros y taburetes cromados—.
En 1955, The Billboard (que es el nombre original de la actual revista Billboard) publicó una lista independiente que medía las reproducciones en gramolas.
Noche de baile rock and roll, años 50
Para los adolescentes, las formas de ocio más importantes giraban en torno a la música. Pasaban las tardes escuchando discos y asistiendo a bailes. Algunas escuelas dejaron de celebrar los llamados sock hops, en los que los jóvenes debían quitarse los zapatos para no dañar el suelo del gimnasio, ya que se consideraba que bailar rock and roll era demasiado arriesgado.
En su lugar, asociaciones privadas —como las hermandades femeninas— organizaron bailes y fiestas de graduación donde los adolescentes podían soltarse la melena con sus canciones favoritas… y sin descalzarse, como el joven de la imagen.
Adolescentes haciendo cola para entrar en un autocine, años 50
Ir al cine siempre ha sido uno de los pasatiempos preferidos de los adolescentes estadounidenses. Pero el alto índice de coches en manos de jóvenes hizo que los autocines vivieran su gran auge, con más de 4.000 pantallas repartidas por todo el país. El coche ofrecía a las parejas adolescentes una intimidad que no tenían en el cine convencional, y pronto los estudios de Hollywood empezaron a producir películas pensadas expresamente para este público.
Eran de bajo presupuesto, claro está y solían estar protagonizadas por jóvenes rebeldes como Marlon Brando en Salvaje (The Wild One, 1953) o James Dean en Rebelde sin causa (Rebel Without a Cause, 1955).
El rock and roll en la gran pantalla, años 50
El incansable promotor del rock and roll, DJ Alan Freed vio la oportunidad de combinar la música que tanto gustaba a los adolescentes con su amor por el cine. Empezó a hacer “jukebox musicales” que no solo incluían los mayores éxitos del momento, sino que a menudo también presentaban a las bandas que tocaban. Películas como “Don't Knock the Rock, Rock Around the Clock” y Rock! Rock! Rock! tuvieron éxito en todo el mundo. De hecho, en lugares como Australia, donde resultaba prohibitivo hacer giras, estas películas eran a menudo la única oportunidad que tenían los adolescentes de ver tocar a sus grupos favoritos.
Bill Haley and His Comets arrasan en Francia, 1958
Gracias a estos musicales de jukebox —y, por supuesto, a la radio—, la energía del rock and roll estadounidense también empezó a contagiar a adolescentes de otros países. Las bandas de EE. UU. iniciaron giras por Europa y Canadá, sobre todo como parte de espectáculos con un cartel rotativo de estrellas del género. En la imagen vemos a Bill Haley and His Comets desatando la locura en la pista de baile de Estrasburgo, Francia, con el bajista Marshall Lytle entregado al máximo.
La escuela londinense del rock and roll, años 50
Pronto, el impacto de la cultura adolescente estadounidense se dejó sentir por todas partes. Desde Londres hasta Sídney —y en todos los rincones entre medias—, los jóvenes querían parecerse a sus ídolos del cine y de las revistas.
En la imagen, un grupo de adolescentes británicos aprende los secretos del rock and roll en una escuela del sur de Londres. Allí no solo se enseñaba a tocar este género, sino también cómo debía vestir un aspirante a estrella de rock.
Bailando rock and roll en Viena, 1957
En Viena, los jóvenes austriacos empezaron a dejar de lado la elegante tradición del vals —por la que su capital era famosa— y a adoptar los bailes más modernos y enérgicos que llegaban de EE.UU. En esta imagen, un grupo de adolescentes vieneses celebra una fiesta improvisada de rock and roll en el Prater, un gran parque público del distrito de Leopoldstadt, en 1957.
Disturbios rockeros en Milán, 1957
Tal era la popularidad del rock and roll en Europa cuando las bandas realizaban giras por allí, que la demanda solía superar el aforo de las salas. Escenas tumultuosas como esta, ocurrida en Milán, Italia, en 1957, se repitieron por todo el continente, lo que confirmó los temores de las generaciones mayores y alimentó la popularidad del género entre los jóvenes.
Adolescentes italianos y una Vespa, años 50
Los adolescentes italianos aportaron su propio toque de estilo a la rebeldía juvenil. En EE. UU., las motos eran todo un símbolo de rebelión, pero en Italia no gustaban ni las chaquetas de cuero ni las motocicletas británicas o americanas, que se veían como ruidosas, sucias y grasientas. Ellos preferían las líneas elegantes de una Vespa, con el motor oculto bajo carenados curvos y estilizados. Era un estilo distinto, pero con el mismo efecto.
El solsticio de verano se une al rock and roll, Suecia, 1958
En Suecia, no parecía haber tantas preocupaciones. En esta curiosa escena, tomada durante la inauguración de una gasolinera en 1958, vemos a tres adolescentes rockeros recibir flores como primeros clientes del nuevo establecimiento.
Adolescentes rebeldes islandeses, años 50
Incluso los adolescentes de la remota Islandia sucumbieron al atractivo rebelde del rock and roll. Aunque el país estaba prácticamente aislado del resto del mundo, no fue inmune a la influencia de la cultura juvenil estadounidense. En la imagen, dos adolescentes islandeses rebeldes le dan su propio toque al nuevo fenómeno cultural, mientras uno de ellos fuma con aire despreocupado una pipa tradicional islandesa en el puerto de Reikiavik.
Fan del rock and roll en Japón, años 50
Uno de los países que más se enamoró del rock and roll fue Japón. Toda una generación de jóvenes creció escuchando la música estadounidense que emitía la emisora de radio del ejército de EE.UU., presente en todo el país durante la reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial.
Los artistas hacían giras y actuaban para el personal militar, y algunos lugareños afortunados —como la joven de la imagen— también podían asistir. Ese amor por el género sigue vivo hoy en día en Tokio, donde los rockeros de la ciudad se reúnen en el parque Yoyogi para presumir de estilo, tupé y pasos de baile.
Un adolescente rebelde en Budapest, 1958
El rock and roll incluso logró abrirse paso tras el Telón de Acero. Máquinas de discos estadounidenses como esta, instalada en Budapest y repleta de vinilos del género, empezaban a causar quebraderos de cabeza a los funcionarios comunistas húngaros.
Los jóvenes de la capital llenaban las cafeterías donde había gramolas, lo que aportaba una nueva prosperidad a estos locales. Las autoridades se enfrentaban entonces a un dilema: prohibirlas en nombre del socialismo o tolerarlas por su valor económico.
Ringo antes de los Beatles, 1959
Antes de formar parte de los Beatles, Ringo Starr —el baterista del grupo— fue uno de los primeros en adoptar la cultura del rock and roll estadounidense. En la imagen lo vemos aún como el joven Richard Starkey, luciendo un imponente peinado tipo pompadour en 1959, cuando tocaba la batería en la banda Rory Storm and the Hurricanes.
Beatniks en Nueva York, 1959
Mientras tanto, en EE. UU., los adolescentes empezaban a dividirse en distintas subculturas. Había rockabillies, pin-ups, greasers, teddy boys y judies, cada grupo definido por su estilo de vestir y sus peinados. En las cafeterías de Nueva York, un grupo en particular —los beatniks (en la imagen)— rechazaba por completo el materialismo de la posguerra y se volcaba en la filosofía, la literatura y el jazz.
Pareja de adolescentes en una heladería, años 50
En el resto del país, la vida de los adolescentes estadounidenses apenas cambió. Conseguir trabajo era fácil, y tanto el tiempo libre como el dinero no escaseaban. La heladería del barrio —o milk bar, como se conocía entonces— seguía siendo el lugar clásico al que los chicos llevaban a sus citas.
Comienza la invasión británica, 1964
Pero el cambio ya se avecinaba. Muy pronto, los adolescentes estadounidenses no solo vestirían distinto ni se cortarían el pelo de otra manera: también empezarían a escuchar una música completamente nueva.
Cuando cuatro chicos de Liverpool con el pelo estilo mop-top bajaron del avión en Nueva York, en 1964, la cultura juvenil de los años 50 tocó a su fin y comenzó una nueva era, más abierta y marcada por la agitación política, social y cultural de toda una década.
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