Volando a toda velocidad por el cielo, apiñados en un tubo metálico, sostenidos por una tecnología que pocos comprenden realmente… quizá no hablamos lo suficiente de lo extraño que es volar. Aunque apenas tiene un siglo de historia, la aviación se ha convertido en parte de la vida diaria de millones de personas en todo el mundo, y aun así sigue generando curiosidades, rarezas y situaciones que, fuera de un avión, nos parecerían surrealistas.
Haz clic en esta galería para descubrir datos curiosos y anécdotas insólitas del fascinante —y a veces extravagante— mundo de la aviación, junto con historias de vuelos que dieron la vuelta al mundo.
Adaptado al español por Ana Niño, Redactora en español para loveEXPLORING.
Cuando ves un avión pasar por encima de ti en el cielo, hay muchas posibilidades de que no lleve pasajeros. Un informe de 2022 del diario británico independiente The Guardian reveló que 5.000 “vuelos fantasma” completamente vacíos habían pasado por los aeropuertos del Reino Unido desde 2019, y se han registrado muchos más casos en los años posteriores.
El transporte aéreo emite más carbono que cualquier otra actividad de consumo, y estos vuelos enfurecen a los defensores del clima, sobre todo porque no hay ninguna razón oficial para que se realicen. La explicación habitual es que existen para mantener las codiciadas franjas horarias en los horarios de los aeropuertos.
En 2022, Etihad Airways —una de las dos aerolíneas de bandera de los Emiratos Árabes Unidos— no pareció pensar en los dueños de mascotas cuando anunció que el transporte de animales pasaría de costar 200 dólares (183 euros) a 1.500 dólares (1.376 euros) por ejemplar. Sin embargo, hay una excepción muy particular: los halcones.
Considerados el ave nacional y un símbolo cultural de gran prestigio en los EAU, los halcones pueden viajar gratis en clase turista, con un máximo de uno por persona (más dos por cada asiento adicional). En clase business y primera clase, se permite embarcar hasta dos halcones por pasajero.
En la mítica comedia de los años 70 ¡Aterriza como puedas! (Airplane!), una misteriosa intoxicación pone en apuros al avión, con resultados tan absurdos como divertidos. En la vida real, la situación sería mucho menos graciosa. Aunque no es un requisito legal, la mayoría de las aerolíneas hacen que sus pilotos y copilotos coman platos diferentes —y distintos también de los que se sirven a los pasajeros— para minimizar el riesgo de que ambos sufran una intoxicación al mismo tiempo.
La medida se tomó tras un incidente en 1975, cuando Japan Airlines vivió un episodio que dejó huella: 197 pasajeros sufrieron una grave intoxicación alimentaria en un vuelo entre Anchorage y Copenhague por un lote contaminado de tortillas de jamón. Hubo 144 hospitalizaciones, pero los pilotos se libraron… porque habían comido otra cosa.
Los vuelos nacionales cortos no son precisamente populares entre los ecologistas, pero este trayecto de solo 1 minuto y 14 segundos entre Westray y Papa Westray, en las islas Orcadas (Escocia), lleva el concepto a otro nivel. Operado por la aerolínea regional Loganair, el vuelo LM711 es el más corto del mundo y conecta dos pequeñas islas habitadas por unas 700 personas en total, con dos o tres servicios diarios.
El avión, un Britten Norman BN-2 Islander con capacidad para ocho pasajeros, realiza la ruta por unos 21 dólares (19,3 euros) por persona. La distancia es tan corta que es menor que la de las pistas de muchos aeropuertos internacionales y, con viento favorable, el trayecto puede completarse en apenas 53 segundos.
Incluso el caviar de la clase business puede decepcionar a 9.144 metros de altura. La presión de la cabina y el aire extremadamente seco reducen hasta en un 30% la sensibilidad de las papilas gustativas, lo que hace que muchos platos sepan más planos que en tierra firme.
Esto no significa que la comida de avión sea un manjar antes de despegar. El chef británico Gordon Ramsay, famoso por su carácter explosivo y su franqueza, lo dejó claro: “Ni loco comería comida de avión”. Con estrella Michelin y una década de experiencia trabajando para aerolíneas, sabe perfectamente “de dónde viene esta comida y adónde va”.
Durante 24 años consecutivos, de 1995 a 2019, el Aeropuerto Internacional de Atlanta fue el más transitado del planeta. Habría llegado a los 25 si no fuera por la irrupción de la COVID-19, que alteró drásticamente el tráfico aéreo mundial. En 2020, el Aeropuerto Internacional de Guangzhou Baiyun, en China, le arrebató temporalmente el primer puesto, con 43.767.558 pasajeros en ese año.
Atlanta, situado a menos de dos horas de vuelo del 80% de la población de EE.UU., es un importante punto de conexión para vuelos nacionales e internacionales. Recuperó el liderazgo mundial en 2021… y desde entonces no lo ha soltado.
¿Cómo se comprueba que un motor o un parabrisas de avión soportará el impacto de un ave a gran velocidad? Con un método tan literal como eficaz: lanzando un pájaro contra él. Desde la década de 1940, las aerolíneas y fabricantes utilizan “pistolas de pollos”, cañones de aire comprimido que disparan cadáveres de aves —normalmente pollos— contra motores a reacción y parabrisas para simular colisiones en pleno vuelo.
El primer cañón lanzapollos se estrenó en 1942 y alcanzaba velocidades de hasta 643 km/h. Los modelos modernos incluyen cañones modulares para adaptarse a aves de diferentes tamaños. Debido a su complejidad, la mayoría de las aerolíneas no cuentan con uno propio y contratan estas pruebas en instalaciones especializadas.
Puede sonar a argumento de película, pero más de un pasajero lo ha vivido en carne propia. En 2022, en un vuelo de United Airlines entre Tampa y Newark, una serpiente de liga apareció en la clase business y provocó gritos de pánico. Afortunadamente, esta especie es inofensiva.
No fue el caso de la cobra egipcia que, en 2012, se escapó del equipaje de mano del dueño de una tienda de reptiles durante un vuelo entre Kuwait y El Cairo. Llegó a morderle en la mano —por suerte, de forma leve— antes de ser controlada. Como diría Samuel L. Jackson en Serpientes en el avión (Snakes on a Plane), “saquen a esa serpiente de aquí… ¡y rápido!”.
De todos los miedos y fobias que puede tener una persona, el miedo a volar es uno de los más intuitivos. Los seres humanos no estamos diseñados para volar, y la idea de una caja gigante de metal que permanece en el aire durante horas no tiene ningún sentido para el pasajero medio.
Con este espíritu, varias aerolíneas ofrecen cursos especiales para superar el miedo a volar, en su mayoría con la promesa de desmitificar la ciencia que hay detrás de los viajes aéreos y destacar el excelente historial de seguridad del sector. Virgin Atlantic, British Airways y la aerolínea europea de bajo coste easyJet se encuentran entre las que ofrecen estos cursos.
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Los pasajeros más aprensivos pueden encontrar consuelo en el excelente historial de seguridad de la aviación comercial. En la película Rain Man (1988), el personaje de Dustin Hoffman aseguraba que solo volaba con Qantas porque “Qantas nunca se estrellaba”. Aunque no era del todo cierto —el último accidente con víctimas de la aerolínea australiana fue en 1951—, existen varias compañías que nunca han registrado un incidente grave.
Entre ellas están las aerolíneas de Oriente Medio Qatar Airways, Emirates y Etihad Airways, así como las europeas easyJet y Ryanair, todas con un historial libre de víctimas mortales.
Contrario a la creencia popular, los aviones no vierten los desechos humanos directamente al aire. Los baños utilizan un sistema de vacío que aspira el contenido a un tanque —evitando el peso extra de agua que supondría un inodoro con cisterna—, y este se vacía en tierra tras el aterrizaje.
Sin embargo, el mito sigue vivo porque, en ocasiones, ocurren accidentes. En 2021, un hombre que descansaba en el jardín de su casa en Windsor (Inglaterra) fue rociado accidentalmente con aguas residuales procedentes de un avión que sobrevolaba la zona, manchando su ropa, el mobiliario exterior y sus parterres. Windsor está justo bajo la ruta de aproximación al aeropuerto de Heathrow y el incidente se debió a un fallo mecánico a baja altitud.
Aunque pueda parecer alarmante encontrar un diminuto agujero en el cristal interior de la ventanilla de un avión, en realidad está ahí por seguridad… y podría salvarte la vida.
Las cabinas están presurizadas para garantizar niveles adecuados de oxígeno —sin ellos, sería imposible respirar a altitud de crucero sin una máscara—, y esta abertura permite equilibrar la presión entre la cabina y el aire exterior, evitando que el cristal interior soporte toda la diferencia de presión.
En el improbable caso de una despresurización repentina, los pasajeros tendrían unos 20 segundos para colocarse las máscaras de oxígeno antes de perder el conocimiento.
En el improbable caso de un accidente aéreo, la ubicación del asiento puede influir en las probabilidades de supervivencia. Según un artículo publicado en The Conversation, un medio digital internacional especializado en divulgación académica, el experto en aviación Doug Drury explica que los asientos traseros centrales de un avión son los más seguros, con una tasa de mortalidad del 28% frente al 44% de los asientos centrales de la parte media y el 39% de los delanteros. Además, los asientos centrales ofrecen cierta protección extra, ya que los pasajeros de ambos lados actúan como un pequeño amortiguador.
Aun así, no hay motivo para cambiar compulsivamente tu asiento: la Universidad de Harvard estima que las probabilidades de morir en un accidente aéreo son de aproximadamente 1 entre 13,7 millones.
En 2022, dos pilotos de Ethiopian Airlines protagonizaron un incidente vergonzoso cuando, al parecer, se quedaron dormidos en la cabina de su Boeing 737-800 durante un vuelo entre Jartum, en Sudán, y Addis Abeba, en Etiopía. El control de tráfico aéreo perdió el contacto con la aeronave cuando sobrevolaba su destino a 11.277 metros de altitud.
El aviso llegó cuando una alarma en cabina, que indicaba la desconexión del piloto automático, sonó y despertó a la tripulación. Los pilotos retomaron el control y el avión aterrizó con 25 minutos de retraso… sin que los pasajeros llegaran a enterarse de lo ocurrido.
Ni siquiera los viajes en avión se libran de la “netflixización”. Frontier Airlines, una aerolínea estadounidense de bajo coste, ofrece un pase anual llamado GoWild! Pass que permite volar sin límite a todos sus destinos en EE.UU. y Centroamérica.
El precio actual es de 599 dólares (550 euros) al año, pero conviene leer bien la letra pequeña: los vuelos nacionales solo pueden reservarse con un día de antelación, los internacionales con un máximo de 10 días, y hay periodos de restricción antes de fechas especialmente concurridas y fines de semana.
Para Rumeysa Gelgi, reconocida por el Libro Guinness de los Récords como la mujer más alta del mundo, viajar en un avión comercial parecía imposible. Con 2 metros de altura, esta joven turca de 27 años no cabe en un asiento de clase turista, y siempre había asumido que nunca podría volar.
Todo cambió en septiembre de 2022, cuando Turkish Airlines retiró seis asientos para colocar una camilla en la que Gelgi pudiera descansar durante las 13 horas de vuelo entre Turquía y San Francisco. Su estatura se debe al síndrome de Weaver, y desde su adolescencia ostenta varios récords mundiales relacionados con su tamaño. Aunque era su primer vuelo, confesó en Instagram: “Sin duda, no será el último”.
Con los grandes carteles rojos, los recordatorios por megafonía y un mínimo de sentido común, parecería imposible olvidar que está prohibido fumar en un avión. Sin embargo, en octubre de 2022, un pasajero en un vuelo de Tel Aviv a Bangkok encendió un cigarrillo en el baño, activando de inmediato la alarma de humo.
En un intento de ocultar las pruebas, arrojó la colilla a la papelera del baño… que comenzó a arder. La tripulación actuó con rapidez, apagó el fuego con extintores y el vuelo aterrizó a tiempo en Tailandia, sin heridos, pero con una buena dosis de asombro entre los pasajeros.
No somos ingenieros aeronáuticos, pero estamos bastante seguros de que ningún plan de vuelo incluye que parte del motor de un avión se desprenda y caiga en el jardín trasero de alguien.
Por desgracia para Louis Demaret y su familia, residentes en la localidad belga de Waremme, eso es exactamente lo que ocurrió en 2022, cuando una cubierta se desprendió de un Boeing 747 de Air Atlanta Icelandic que pasaba por allí, impactó contra el techo de su garaje y quedó apoyada en su césped. Es raro que los aviones pierdan piezas, pero no es algo inédito, y afortunadamente nadie resultó herido.
En marzo de 2023, Christopher Ambler, pasajero de United Airlines, denunció públicamente que su botella de whisky Glenmorangie Highland Single Malt, valorada en 450 dólares (413 euros), salió de su equipaje facturado con el precinto roto y un tercio menos de contenido. Según él, era la tercera vez que le ocurría algo similar.
“Tus maleteros son unos ladrones”, escribió en X (antes Twitter) junto a una foto de la botella visiblemente a medio beber. La aerolínea respondió indicando que debía presentar una queja en el Centro de Resolución de Equipajes y enviar un mensaje directo con su número de confirmación de vuelo.
Es oficial: nadie murió en accidentes de aviones de pasajeros en 2023, lo que lo convierte en el año más seguro en la historia de la aviación. Hubo un accidente mortal en un vuelo nacional en Nepal en el que murieron 68 pasajeros y cuatro tripulantes, pero se trataba de un avión turbohélice, que generalmente ocupa una categoría diferente.
Desgraciadamente, 2024 no pudo mantener la buena racha, ya que se registraron víctimas mortales en cinco accidentes de aviones a reacción y dos de turbohélices.
En enero de 2024, el vuelo 1282 de Alaska Airlines vivió una pesadilla de la aviación. Seis minutos y medio después de despegar del Aeropuerto Internacional de Portland, en Oregón, los pasajeros oyeron un fuerte estruendo cuando el panel de la puerta junto al asiento 26A se desprendió del fuselaje, provocando una descompresión descontrolada del avión.
Afortunadamente, el asiento 26A estaba vacío, pero un adolescente de la fila 25 sufrió el desgarro de la camiseta y solo la rápida reacción de su madre impidió que saliera disparado del avión. Se desplegaron las máscaras de oxígeno y el avión logró regresar a Portland solo con heridas leves.
En noviembre de 2024, Svetlana Dali, una ciudadana rusa de 57 años, logró embarcar sin billete en un vuelo de Delta Air Lines con destino a París desde el aeropuerto JFK de Nueva York. Consiguió burlar varios controles de seguridad y se coló detrás de un grupo que recibía asistencia especial para acceder al avión.
Durante el vuelo, fingió sentirse mal para justificar sus largas estancias en el baño, pero fue descubierta cuando dio dos nombres falsos diferentes a la tripulación. Un tribunal estadounidense la condenó por pasaje clandestino y los investigadores creen que ya había intentado volar sin billete al menos dos veces antes.
Es bien sabido que las aves pueden causar problemas a los aviones, pero normalmente lo hacen desde fuera de la cabina. En mayo de 2025, dos palomas se colaron en un vuelo de Delta Air Lines de Minneapolis a Madison, retrasando el despegue 56 minutos.
La primera paloma apareció poco después de embarcar y causó el caos mientras los encargados del equipaje la perseguían por los pasillos. Una segunda paloma apareció mientras el avión estaba rodando por la pista, lo que provocó un segundo regreso a la puerta de embarque y una segunda persecución al estilo Tom y Jerry. Finalmente, ambas aves fueron liberadas sanas y salvas.
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