Las redes sociales están repletas de ellos: trucos de viaje que prometen grandes ahorros y atajos secretos. Pero lo que parece ingenioso en la pantalla puede convertirse en un desastre en la vida real.
Según nuevos datos de la plataforma de venta de entradas Hellotickets, el 38% de los viajeros acabaron gastando más después de seguir uno de estos supuestos trucos “infalibles”. Desde billetes baratos que se transforman en pesadillas logísticas hasta “WiFi gratuito” que dispara los cargos por usar datos móviles en el extranjero, la caza de gangas puede terminar costando mucho más de lo que se ahorra.
Haz clic en esta galería para descubrir 14 trucos para ahorrar dinero en tus viajes que a menudo acaban costándote más...
Todas las cantidades están en dólares estadounidenses. Las cifras en euros son conversiones aproximadas que podrían cambiar.
Adaptado al español por Ana Niño, Redactora en español para loveEXPLORING.
A primera vista, reservar dos vuelos de solo ida, a veces conocidos como “tarifas hacker” (una estrategia popularizada en webs de viajes para combinar billetes más baratos), puede parecer una decisión inteligente, sobre todo si se mezclan compañías aéreas distintas o se busca flexibilidad.
Sin embargo, en la mayoría de las rutas de larga distancia, los billetes de ida y vuelta suelen ser más económicos gracias a las estrategias de precios de las aerolíneas que premian este tipo de reservas. Además, hay un riesgo añadido: si tu vuelo de ida se retrasa o se cancela, el de vuelta no está protegido y tendrás que volver a reservar —y pagar— por tu cuenta.
Evitar pagar por facturar metiendo todo en la maleta de mano puede parecer una idea inteligente, pero las aerolíneas están endureciendo cada vez más sus controles.
Un correo electrónico filtrado reveló recientemente que, en algunos aeropuertos del Reino Unido, ciertos empleados reciben una bonificación de 1,60 dólares (1,5 euros) por cada pasajero de easyJet al que sorprenden con una maleta que supera las medidas permitidas. A esos viajeros se les cobra 64 dólares (58,7 euros) por facturarla en la bodega. Las tarifas de Ryanair son todavía más altas: hasta 100 dólares (91,7 euros) por maleta.
Reservar con una agencia de viajes puede sonar a algo propio de los años 90, entre faxes y cheques de viaje. Sin embargo, pese al auge de la planificación por cuenta propia, las agencias están lejos de desaparecer, y muchos viajeros descubren que todavía pueden ahorrar dinero con ellas.
Según el informe Holiday Habits 2024-25 la Asociación Británica de Agencias de Viajes (ABTA), casi dos de cada cinco personas (el 38%) reservaron sus vacaciones con un profesional del sector el año pasado, frente al 34% del año anterior.
Las ventajas de contar con asesoramiento experto, asistencia 24 horas y ofertas negociadas previamente suelen superar a las de los sitios web de reservas más baratos. Así que, antes de pasar un fin de semana entero comparando vuelos en decenas de pestañas, quizá merezca la pena pedir al menos un presupuesto.
La idea de encontrar gangas de última hora puede funcionar para habitaciones de hotel fuera de temporada, pero con las atracciones más populares suele ser contraproducente. Según datos de Hellotickets, las entradas para el mismo día pueden costar entre un 10% y un 20% más… si es que todavía quedan.
Muchas experiencias apetecidas se agotan por completo, especialmente en verano. ¿Una estrategia más segura? Reservar con antelación o elegir un pase flexible que permita cambiar de planes con hasta 24 horas de margen. Así te asegurarás un precio justo y evitarás decepciones.
Un billete barato a un aeropuerto remoto puede parecer un ahorro sobre el papel, pero en la práctica puede salir caro. Los traslados largos, los autobuses lanzadera con tarifas elevadas y las horas perdidas se acumulan rápido, sin contar el estrés extra si viajas con niños o con mucho equipaje.
Al calcular el coste real, los aeropuertos principales resultan igual o más rentables en casi la mitad de los viajes, según datos de Hellotickets. Además, suelen ofrecer más opciones de transporte y permiten llegar al centro de la ciudad mucho más rápido.
Cuando viajas al extranjero, ya sea en un cajero automático, un restaurante o una tienda, es habitual que te ofrezcan la opción de pagar en tu propia moneda en lugar de en la local. Puede resultar tranquilizador —sabes exactamente cuánto estás gastando—, pero esta supuesta comodidad tiene un coste.
Al elegir pagar en tu propia moneda, se activa la conversión dinámica de divisas (DCC, por sus siglas en inglés), un sistema que permite al comercio o al cajero fijar el tipo de cambio, normalmente añadiendo un recargo que, en algunos casos, puede llegar al 13%. Lo más recomendable es pagar siempre en la moneda local, para que sea tu banco quien haga la conversión, casi siempre con un tipo de cambio mucho más favorable.
Depender únicamente del wifi gratuito puede parecer una forma evidente de ahorrar dinero, pero a menudo acaba causando problemas mayores. Señales inestables, mapas que cargan con lentitud o códigos QR que no funcionan son solo el principio.
Además, muchos viajeros activan sin querer las tarifas de itinerancia al intentar conectarse, lo que se traduce en facturas sorpresa por algo tan simple como enviar un correo rápido o consultar un mapa. Una opción más inteligente es contratar una eSIM o un plan de datos de prepago: suelen ser económicos y te garantizan un acceso fiable durante todo el viaje.
A primera vista, hacer escalas adicionales puede parecer una forma inteligente de ahorrar en el precio del billete. Sin embargo, si se tiene en cuenta el tiempo extra de viaje, las comidas en el aeropuerto y el mayor riesgo de retrasos o pérdida de conexiones, la factura final puede ser más alta que la de un vuelo directo.
Las escalas nocturnas pueden implicar pagar una noche de hotel y las conexiones múltiples añaden estrés y posibles complicaciones. A menos de que el ahorro sea realmente significativo o la escala sea inevitable, rara vez compensa el trastorno y los costes ocultos.
Algunas tarjetas de crédito incluyen un seguro de viaje gratuito, pero la cobertura suele ser bastante limitada. Muchas pólizas excluyen protecciones clave como gastos médicos, evacuaciones o cancelaciones de viaje, salvo que pagues un suplemento o cumplas requisitos poco claros.
El diario británico Financial Times, especializado en economía y finanzas, advierte además que la mayoría de las tarjetas no amplían la cobertura a familiares o a viajeros mayores de cierta edad, y suelen excluir actividades consideradas de alto riesgo. No compensa ahorrar unos euros al principio si luego tienes que afrontar facturas de miles o quedarte sin ayuda cuando algo sale mal.
Guardar el dinero y los objetos de valor en un cinturón oculto es un consejo clásico, pero en la práctica puede ser más incómodo que útil. Hurgar bajo la camisa en público te delata enseguida como turista y los ladrones experimentados saben perfectamente qué buscar.
En lugar de depender de un solo accesorio, reparte tus objetos de valor en lugares discretos y seguros, como un bolsillo con cremallera en la chaqueta o dentro del zapato. Un almacenamiento inteligente siempre es más efectivo que un cinturón incómodo.
Reservar vuelos en páginas web de terceros puede parecer más barato a primera vista, pero el supuesto ahorro suele desaparecer cuando se añaden elementos esenciales como el equipaje o la selección de asientos.
Una investigación de 2023 de Which?, una revista de consumo del Reino Unido, reveló que, en 28 comprobaciones aleatorias, resultaba más económico reservar directamente con la aerolínea una vez incluidos los extras, incluso cuando los precios anunciados en sitios como eDreams, Opodo o Gotogate parecían más bajos.
En palabras del editor de viajes de Which?, Rory Boland: “Siempre es mejor reservar directamente con la aerolínea”.
Los paquetes de vacaciones con todo incluido pueden parecer la mejor opción, con comidas, bebidas, traslados y entretenimiento por un precio cerrado. Sin embargo, a menos que tengas previsto quedarte en el complejo de la mañana a la noche, podrías acabar desperdiciando dinero.
En cuanto decides probar un restaurante local, tomar una copa en la playa o contratar una excursión no incluida, en realidad estás pagando dos veces. Y seamos sinceros: en un día caluroso, puede que ni siquiera te apetezca comer, lo que convierte esos bufés prepagados en un gasto poco aprovechado.
Reservar la primera entrada a un museo o atracción suele considerarse una forma inteligente de evitar las aglomeraciones y aprovechar mejor el tiempo… y el precio de la entrada. Sin embargo, muchas veces es uno de los momentos con más gente (no eres el único que ha tenido la misma idea y a menudo coinciden excursiones en autobús y grupos escolares).
En su lugar, comprueba si la atracción que quieres visitar ofrece entradas con descuento por la tarde. En el Musée de l’Orangerie de París, por ejemplo, hay tarifas reducidas si entras después de las 18:00 los viernes. Es más barato, hay menos visitantes y puede ser el inicio perfecto para una salida nocturna.
Ese hotel económico a las afueras de la ciudad puede ahorrarte 40 dólares (36,7 euros) por noche, pero ¿qué pasa con los 80 dólares (73,4 euros) en taxis y las dos horas perdidas en transporte público? Cuando pasas más tiempo desplazándote que explorando, esos ahorros desaparecen rápidamente.
Estar a kilómetros de distancia de la zona con más actividad puede convertir el viaje en una molestia, mientras que un alojamiento algo más caro, pero bien ubicado, suele salir más rentable en conjunto.
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