Desde los destinos más populares hasta los sitios de moda, hay múltiples pueblos y aldeas alrededor del Mediterráneo donde no solo podrás disfrutar del sol y la cultura, sino también llenar tu móvil con fotos espectaculares. Acantilados vertiginosos, casas de colores, calles empedradas y monumentos antiguos contribuyen a que nuestras 30 sugerencias inspiradoras tengan un aspecto envidiable, todo ello con vistas al mar y, en algunos casos, también a una playa decente.
Acompáñanos a descubrir estos hermosos lugares que te harán soñar con tu próximo viaje…
Adaptado al español por Ana Niño, Redactora en español para loveEXPLORING.
Una terraza rústica con vistas a una cala escondida es la imagen más icónica de Deià, aunque en realidad este encantador pueblo se alza en la ladera de la sierra de Tramuntana. Desde principios del siglo XX, la localidad, situada en la costa noroeste de Mallorca, ha atraído a artistas y viajeros bohemios. El poeta británico Robert Graves fue uno de los primeros en instalarse aquí, y más tarde lo siguieron figuras como Mick Jagger.
Las celebridades que no poseen casa en la zona suelen hospedarse en La Residencia, un hotel de lujo que en su día fue propiedad de Richard Branson, un empresario británico fundador del grupo Virgin, y que ahora forma parte del grupo Belmond, una cadena internacional de hoteles de alta gama especializada en destinos exclusivos (anteriormente conocida como Orient Express Hotels).
El antiguo anfiteatro de Taormina, encaramado sobre el mar con vistas al monte Etna, es una de las imágenes clásicas de Sicilia. La estructura fue construida por los griegos en el siglo III y posteriormente adaptada por los romanos. Hoy en día se pueden ver espectáculos de pop y ópera. Más vistas al mar te esperan en la elegante Piazza IX Aprile, y las calles empedradas repletas de restaurantes serpentean por la elevada ciudad. Aunque la temporada alta siempre es muy concurrida, explorar por la mañana o a primera hora de la tarde te permitirá evitar las multitudes de cruceros.
Los coloridos barcos de pesca conocidos como luzzu, muchos de ellos decorados con ojos pintados para ahuyentar el mal de ojo, contribuyen a que Marsaxlokk sea uno de los pueblos más pintorescos de Malta. Como es de esperar, el puerto está lleno de terrazas donde disfrutar del pescado del día. Los domingos, el animado mercado de pescado atrae tanto a turistas como a locales.
La bahía fue en su día punto de desembarco de piratas, del Imperio otomano e incluso de las tropas de Napoleón. Como en muchas zonas del país, aquí también se pueden visitar antiguas fortificaciones. Muy cerca está St Peter's Pool, una conocida piscina natural de aguas cristalinas ideal para el baño.
En el sureste de Francia, muy cerca de la frontera con España, Collioure conserva una marcada influencia catalana que se refleja en sus numerosos bares de tapas. Famosos artistas se sintieron atraídos por la calidad de su luz, entre ellos Henri Matisse, cuyas obras pueden verse en el Museo de Arte Moderno. Más allá de sus playas, se puede visitar un castillo medieval, una fortaleza en lo alto de una colina y un molino de viento del siglo XIV. Y si eres amante de las anchoas, estás de suerte: Collioure es uno de los mejores lugares para probarlas.
La famosa ciudad de Dubrovnik se llena durante los meses de verano, sobre todo de fans de Juego de Tronos que quieren visitar los lugares donde se rodó la serie. Considera entonces la ciudad de Korcula, apodada "la Dubrovnik en miniatura" gracias a sus plazas y palacios medievales. La ciudad fortificada se encuentra en la isla del mismo nombre, densamente arbolada que, al estar más alejada de Dubrovnik y Split, es un refugio mucho más tranquilo que las populares islas de Hvar y Brac.
Cinco pueblos pesqueros conforman la idílica Cinque Terre y, gracias a sus coloridas casas, Manarola es quizás el más fotografiado. Además de sus edificios rojos, rosas, amarillos y crema, el pueblo está muy bien situado, escalonado por los acantilados hasta llegar al mar. Hay viñedos en las cercanías, lo que lo convierte en un lugar ideal para degustar vinos de la costa. Si te gustan las colinas, puedes recorrer los cinco pueblos por una popular ruta de 11 kilómetros.
Este atractivo pueblo fortificado, situado en un islote de la Riviera de Budva, en Montenegro, lleva mucho tiempo atrayendo a celebridades glamurosas como Marilyn Monroe y Sophia Loren. Cuenta con una playa privada, exclusiva para sus residentes y los huéspedes del complejo Aman Sveti Stefan, algunos de los cuales se alojan en antiguas casitas de pescadores reconvertidas. Se encuentra al otro lado de una calzada que lo separa del continente, por lo que aquellos que no dispongan de un bolsillo muy abultado tendrán que conformarse con las fotografías.
Situada en la costa griega del mar Egeo, Parga fue el único pueblo cristiano de la región durante el dominio otomano. Una fortaleza llamada Castillo Veneciano es un vestigio de la historia de la ciudad, pero hoy en día encontrarás un asentamiento con tejas de terracota entre colinas cubiertas de pinos y una bahía salpicada de islas. Hay varias playas populares entre las que elegir y la posibilidad de hacer una excursión al río Aqueronte que, según los mitos antiguos, transportaba las almas de los muertos al inframundo.
Albania suele pasar desapercibida para los turistas, pero cuenta con una costa impresionante. Entre los lugares más bonitos de la Riviera albanesa se encuentra Dhërmi, situado en las estribaciones de una cadena montañosa con vistas a una playa y que en su día visitó el poeta Lord Byron. El pueblo alberga un sorprendente número de iglesias, entre las que destaca la elevada Shen Marise, que ofrece unas vistas especialmente impresionantes. El ambiente es menos tranquilo en los clubes de playa, muy populares entre los turistas.
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Aunque es famosa por su ambiente festivo, Sitges también presume de un casco antiguo con mucho encanto y una ubicación privilegiada, a solo unos kilómetros de Barcelona. Este destino de la costa catalana acoge uno de los carnavales más animados de España y una multitudinaria marcha del Orgullo, además de un prestigioso festival de cine fantástico y de terror que incluye su propio desfile de zombis. Entre playa y playa, merece la pena visitar el Museo Cau Ferrat, antigua casa y taller del pintor modernista Santiago Rusiñol.
Aunque su nombre proviene de la palabra italiana que significa isla, gracias a una rellena muy deliberada, Izola ahora simplemente sobresale de la península de Istria, en Eslovenia. La influencia de la ciudad de Venecia perdura gracias a su ubicación en una antigua ruta comercial veneciana. Las estrechas calles del casco antiguo están bordeadas de casas pintadas de colores vivos y no se tarda mucho en recorrerlas, por lo que hay tiempo de sobra para sentarse a disfrutar de mariscos recién pescados o alquilar un yate en el puerto.
El paseo marítimo de Cefalú fue escenario de una inolvidable noche de cine al aire libre en Cinema Paradiso (1988), la célebre película italiana ganadora del Óscar. Hoy, lo más probable es que disfrutes desde allí de algunas de las mejores puestas de sol de Sicilia, especialmente desde las rocas de la costa occidental. A pocos pasos de la playa, la catedral normanda del siglo XII domina la parte baja del casco antiguo, donde las calles empedradas se llenan de restaurantes de marisco y quioscos que ofrecen gelato y cannoli. Cefalú se encuentra a menos de una hora en tren desde Palermo, la capital siciliana.
A solo 10 kilómetros de Ibiza, este diminuto pueblo ofrece poco más que una iglesia encalada y un par de restaurantes tranquilos. Sin embargo, cuenta con su propia playa aislada, donde encontrarás un chiringuito bajo los árboles y varias calas de guijarros en los alrededores. Lo más llamativo son las vistas: desde aquí parte un sendero junto a los acantilados perfecto para pasear. En la zona hay villas disponibles para alquilar, y siempre puedes acercarte a la ciudad si te apetece algo de vida nocturna.
Cerca de Palma, la pequeña localidad de Santanyí es ideal para una escapada tranquila, lejos del bullicio de los centros turísticos más famosos de la isla. Algunos de sus edificios de arenisca se remontan a la época medieval y su casco antiguo aún conserva parte de la muralla original. Es un lugar perfecto para desconectar unos días entre estudios de arte, restaurantes con encanto y un animado mercado que se celebra dos veces por semana. Santanyí tiene su propia playa de arena, aunque también puedes acercarte a calas cercanas como Cala Llombards, a solo ocho kilómetros.
Este puerto provenzal cerca de Marsella está repleto de terrazas de cafeterías y respaldado por el escarpado Parque Nacional de las Calanques. Sin embargo, sus características más llamativas son su castillo (ahora convertido en casa de huéspedes) y el Cap Canaille, el acantilado más alto de Francia, que domina la ciudad. No debe confundirse con la cuna del licor de cassis, ya que el puerto es conocido por sus vinos. Los bañistas pueden elegir entre una playa principal de guijarros o una serie de calas.
Menos festiva que otros centros turísticos de la costa mediterránea de Turquía, Kalkan sigue teniendo un ambiente animado en el puerto. La ciudad está atractivamente situada en una ladera que desciende hacia una bahía y tiene su propia playa pequeña. Hay otras playas a poca distancia, entre las que destaca la de Patara, con 13 kilómetros de arena. Kalkan también está bien situada para explorar varios yacimientos arqueológicos de la región y la ruta de senderismo de la Vía Licia. La cercana Kas es otra belleza.
Es la espectacular ubicación sobre los acantilados lo que hace que este colorido pueblo de la costa amalfitana sea tan impresionante. A pesar de que solo se puede llegar por una carretera sinuosa o en barco, es muy popular entre los turistas. Hay numerosos restaurantes, bares y boutiques en las estrechas calles entre la carretera y la playa de guijarros, pero prepárate para unas escaleras vertiginosas (y unos precios elevados). Puedes también seguir la misma carretera costera para llegar a otros lugares destacados de Amalfi y Ravello.
La famosa playa de arena blanca llamada La Pelosa no es la única razón para considerar Stintino como base en la isla italiana de Cerdeña, aunque tiene un aspecto caribeño. La ciudad, situada al noroeste, también es muy bonita, con un puerto utilizado por barcos pesqueros y otro frecuentado por turistas que disfrutan de los mariscos que traen los barcos. En mayo se celebra aquí una fiesta del atún e incluso hay un museo dedicado a este pescado.
Menton se encuentra a medio camino entre París y Roma y, con una historia de dominio francés e italiano, está influenciada por una mezcla de culturas. Las iglesias barrocas y las casas multicolores dan a esta ciudad de la Riviera su atractivo visual, aunque fue su reputación como balneario lo que atrajo a los británicos del siglo XIX, incluida la reina Victoria, a pasar aquí sus vacaciones. Entre los numerosos jardines de Menton se encuentra el Serre de la Madone, repleto de plantas tropicales. También hay un museo dedicado al escritor y artista Jean Cocteau.
Al igual que la cercana Izola, la más animada Piran refleja una fuerte influencia veneciana y, hasta bien entrado el siglo XX, su población era mayoritariamente italoparlante. El campanario de su iglesia principal se inspiró directamente en el de San Marcos de Venecia. Piran conserva parte de su arquitectura medieval y cuenta con una gran plaza principal junto al puerto, que lleva el nombre del compositor y violinista Giuseppe Tartini, nacido aquí. Para las mejores vistas del atardecer, basta con subir a las antiguas murallas de la ciudad.
Las paredes encaladas, las iglesias con cúpulas azules y los antiguos molinos de viento encaramados sobre el mar turquesa son las imágenes clásicas de Santorini. Las fotos más famosas se toman en Oia, un pueblo que data del siglo XV. Este es el lugar más popular para ver la puesta de sol sobre la caldera volcánica, una vista romántica que es solo una de las razones por las que esta isla griega es una de las favoritas entre los recién casados.
Las casas encaladas con puertas azuladas son el rasgo más llamativo de Sidi Bou Said, un pueblo situado en un acantilado de la costa mediterránea de Túnez. La localidad ha sido un imán para escritores y artistas a lo largo de los años, y aún hoy se pueden encontrar muchas pequeñas galerías enclavadas entre sus calles empedradas. De hecho, fue un pintor francés quien inició la moda de las puertas azules en la década de 1920. Además, Sidi Bou Said se encuentra a menos de 20 kilómetros de la capital, Túnez, a la que se puede llegar fácilmente en tren.
Este animado pueblo costero del sur de Francia luce fachadas coloridas y una gran iglesia fortificada, cuya azotea ofrece vistas espectaculares sobre los paisajes de La Camarga. La influencia española se deja sentir en los bares de flamenco, los restaurantes que sirven paella y en la plaza, donde es habitual ver partidas de petanca. En mayo se celebra la Romería Gitana, una festividad muy popular entre la comunidad gitana europea. También se organizan espectáculos taurinos, incluida la tradicional corrida. Para un plan más tranquilo, puedes visitar el parque ornitológico de Pont de Gau, famoso por su colonia de flamencos rosas.
Este rincón de la costa norte del Líbano, a una hora en coche de Beirut y a solo media hora de Trípoli, desprende un aire rústico que recuerda a Mykonos. El ambiente griego se refleja en las cafeterías de madera pintadas en azul y blanco, y en que la mayoría de sus habitantes profesan la fe ortodoxa griega. Sin duda, es un destino más pensado para tomar un mezze y darse un baño tranquilo que para salir de fiesta. En los alrededores de Anfeh pueden visitarse restos de antiguas ciudades, incluidas viviendas excavadas en la roca.
En días claros, desde esta localidad sarda situada en lo alto de una colina se puede ver la vecina Córcega. Su característica más destacada es una ciudadela medieval construida sobre una roca que se eleva sobre el núcleo actual. Aunque hay un paseo marítimo, la mayoría de los restaurantes se encuentran en la parte alta del casco antiguo, donde se concentran los turistas que visitan el castillo, que alberga ejemplos de artesanía tradicional. También puedes comprar cestas de los tejedores de las calles de los alrededores.
Este pueblo puede encontrarse escrito como Latchi, Lakki o Latsi. Aunque su puerto pesquero sigue en funcionamiento, hoy en día también cuenta con un moderno puerto deportivo para yates y barcos turísticos que zarpan hacia la cercana Laguna Azul. Pese a su creciente popularidad, mantiene un ambiente mucho más tranquilo que los centros turísticos más conocidos de la isla. Sin duda, su mayor atractivo es la cercanía a la península virgen de Akamas, lo que lo convierte en una base ideal para quienes buscan hacer senderismo o rutas en bicicleta.
La pequeña isla turca de Bozcaada (conocida como Tenedos por los griegos) está situada en el brazo Egeo del Mediterráneo. Su historia se remonta al 3.000 a. C., cuando, según la leyenda, el caballo de Troya fue traído aquí en barco. Hay un castillo del siglo XV muy bien conservado que domina la ciudad homónima de la isla y numerosas oportunidades para relajarse en las terrazas de los cafés. Los viñedos locales y una selección de playas de arena añaden aún más atractivo.
Al llegar, como la mayoría de los visitantes, en ferry desde Rodas, te sorprenderá la vista de las mansiones neoclásicas en tonos pastel que quedan de la época italiana. Es un toque grandioso para una isla griega relativamente discreta, y la población actual es una fracción de lo que era en el pasado. Ano Symi, o ciudad de Symi, es el principal núcleo urbano, con la parte baja alrededor del puerto conocida como Yialos. Las gambas fritas, que se comen enteras, son una especialidad de los restaurantes.
Aunque es un destino turístico consolidado, Nerja, en el extremo oriental de la Costa del Sol, ofrece un litoral rocoso de gran belleza y playas de arena fina. La mejor panorámica se obtiene desde el Balcón de Europa, un mirador situado al final de un paseo marítimo bordeado de palmeras, que se adentra en el mar sobre un hotel perfectamente ubicado. Para escapar del calor, puedes visitar las espectaculares cuevas de Nerja o hacer una excursión acuática vadeando el río Chíllar.
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