Desde fuertes tormentas a la subida del nivel del mar, pasando por el aumento de las temperaturas estivales y las inundaciones catastróficas, el cambio climático está teniendo un impacto devastador en nuestro planeta. Aunque algunas partes del mundo están relativamente a salvo de los efectos del calentamiento global, las comunidades costeras de toda Europa son vulnerables.
A medida que los fuertes vientos y las poderosas olas del mar azotan sus costas, estas ciudades antaño envidiables se ven asoladas por la erosión costera, que provoca la desaparición de playas y la pérdida de hogares.
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Adaptado al español por Rocío Durán Hermosilla, Redactora en Español para loveEXPLORING.
La ciudad de Newquay, en Cornualles, está considerada uno de los lugares más pintorescos de Inglaterra. Popular entre los veraneantes, la ciudad costera presume de aguas turquesas, bahías tranquilas, acantilados espectaculares y algunas de las mejores olas para hacer surf de Gran Bretaña. Pero, por desgracia, el futuro de esta majestuosa ciudad costera es incierto, debido a los devastadores efectos del cambio climático.
En los últimos años, la costa de Newquay ha sufrido un declive sustancial, con docenas de desprendimientos de tierras, desprendimientos de rocas e incidentes de inestabilidad de laderas registrados en la base de datos "GeoIndex" del Servicio Geológico Británico. Se considera que Tolcarne Point, Tolcarne Beach y Whipsiderry son las zonas de mayor riesgo.
Defra, el Ministerio de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales, ha advertido de que es probable que los acantilados costeros de esta zona sufran al menos 40 m de erosión en el próximo siglo. Esto podría significar que muchas de las viviendas y negocios de la ciudad serían arrastrados mar adentro, lo que podría poner fin a la próspera industria turística de la zona.
Según la BBC, en diciembre de 2023, partes del acantilado de la playa de Whipsiderry se derrumbaron sobre la arena, provocando un "estruendo descomunal". Luego, en julio de 2024, el Consejo de Cornualles acordonó una sección de la playa de Great Western, tras el derrumbe de parte del acantilado.
Los habitantes de la zona también han expresado su preocupación por la posibilidad de que una importante ruta de acceso a la ciudad costera quede totalmente erosionada, a menos que se tomen medidas urgentes para estabilizar el acantilado de Whipsiderry. Se cree que la carretera costera B3276 podría estar en peligro en los próximos dos años, debido al ritmo actual de erosión.
El problema no es solo la erosión. En enero de 2025, el periódico británico The Daily Mail informó de que un "mini tornado" arrasó Cornualles, dejando un rastro de destrucción a su paso. Vientos de gran velocidad y lluvias torrenciales azotaron el condado, destruyendo casas de vacaciones, arrancando tejas de los tejados e incluso dañando coches. El extraño fenómeno meteorológico pone de manifiesto que ciudades costeras como Newquay tienen un futuro muy incierto.
Con más de 120 años de antigüedad, el Faro de Rubjerg Knude se construyó en 1900 para proteger la costa de Jutlandia, en el norte de Dinamarca.
Sin embargo, solo 10 años después, la deriva de la arena se convirtió en un problema tan grave que hubo que plantar árboles y arbustos para intentar proteger la zona de la erosión y el desplazamiento de la arena.
Sin embargo, este sistema de defensa natural no sirvió de mucho para proteger el faro y pronto la arena se acumuló en una imponente duna que cubrió la luz del faro. Lamentablemente, esto condujo a la desaparición del faro, que fue declarado fuera de servicio en agosto de 1968. La estructura se convirtió brevemente en un museo, pero tuvo que cerrarse cuando las arenas movedizas enterraron poco a poco los edificios cercanos, suscitando problemas de seguridad.
El faro estuvo en su día a 198 m de la orilla, pero debido al desplazamiento de la arena y a la constante erosión de la costa, en 2019 solo estaba a unos 6 metros . En 2008, se desmanteló una iglesia cercana, construida en 1250, para evitar que cayera al mar.
En 2019, se tomaron medidas extremas para proteger el centenario faro. Increíblemente, fue levantado y trasladado 70 m tierra adentro.
El faro, que pesa unas 1.000 toneladas, fue levantado cuidadosamente sobre una vía y trasladado a una velocidad estimada de 8 m por hora. Se dice que el proyecto costó unos cinco millones de coronas danesas (696.000 dólares o 669.231 euros).
Encaramada en el extremo sur de la isla francesa de Córcega, la encantadora ciudad de Bonifacio se asienta sobre un majestuoso acantilado, que se eleva sobre las encantadoras aguas del mar Mediterráneo.
Sin embargo, debido a las fuertes corrientes marinas, la elevada velocidad del viento y los frecuentes corrimientos de tierra, el futuro de este idílico tesoro mediterráneo está amenazado.
El pie del acantilado de arenisca donde se encuentra Bonifacio ha retrocedido sustancialmente en el último siglo, debido a la grave erosión, dejando un dramático saliente en el que unas 30 casas penden de un hilo.
Un informe de 2018 sobre el cambio climático y el medio marino en Córcega concluyó que el calentamiento global estaba contribuyendo a los problemas de erosión de la zona. Instaba a las autoridades de la ciudad a abordar la peligrosa situación cuanto antes.
Aunque (todavía) no se ha desplomado ninguna propiedad sobre las olas, en 2019 se declaró el estado de emergencia, cuando partes de la fortaleza medieval de 820 años de antigüedad de la ciudad se derrumbaron bajo la fuerza de fuertes vientos.
En marzo de 2023, tras tres años de investigación, se anunció que los acantilados, que alcanzan casi 106 m de altura en algunos lugares, tienen dos fallas, a unos 80 m de altura. Hasta el momento, dos viviendas han sido evacuadas y otras 25 han sido clasificadas como frágiles.
En noviembre de 2023, el Servicio Geológico francés determinó que el 35% del litoral rocoso de Córcega era muy sensible a la erosión costera, principalmente alrededor de Bonifacio, Cap-Corse y Calvi. Un día, la hermosa ciudad de Bonifacio podría ser barrida por el mar.
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Enclavado en la costa noreste de Alemania, en el estado de Schleswig-Holstein, Brodten es extremadamente pintoresco, salpicado de campos ondulados y casas de vacaciones. Cada año, los visitantes acuden a la zona por su impresionante litoral, pero lamentablemente, los acantilados que decoran la zona están amenazados.
Debido a su ubicación en el mar Báltico, el viento y las olas están erosionando gradualmente la pared rocosa, poniendo en peligro tanto las casas como los negocios. De hecho, según el sitio web de turismo Travemuende, cada año se pierde aproximadamente 1 m del acantilado de Brodten.
En enero de 2024, grandes trozos de acantilado cayeron al mar durante un prolongado periodo de lluvias y heladas. El derrumbe ha amenazado el hábitat de los vencejos de arena autóctonos, así como el futuro de los edificios situados cerca del borde.
El centro juvenil local Haus Seeblick se balancea al borde del acantilado en retroceso. Según la emisora alemana NDR, en 1878 había 200 m de tierra entre el edificio y el mar. Hoy solo hay 5 m.
El centro se ha cerrado temporalmente por motivos de seguridad y se ha vallado el camino que discurre por el exterior. Aunque hay esperanzas de que siga funcionando el centro juvenil, no parece probable. Se han cerrado muchas rutas de senderismo a lo largo de la cima del acantilado y también se ha establecido una prohibición que restringe toda nueva construcción a un mínimo de 150 m por detrás de las zonas consideradas vulnerables al derrumbe.
Y no solo Brodten está en peligro. Los acantilados de toda la costa septentrional de Alemania están experimentando altos niveles de erosión. Este acantilado entre Wustrow y Ahrenshoop, en Mecklemburgo-Pomerania Occidental, está siendo devorado lentamente, desmoronándose hacia el mar.
Grandes secciones de la costa del Báltico están retrocediendo a un ritmo medio de unos 40 cm al año y alrededor del 70% de la costa del estado de Mecklemburgo-Pomerania Occidental está permanentemente en retroceso, según ClimateChangePost. Se cree que los acantilados disminuyen 30 cm al año.
Hemsby se encuentra en la costa inglesa de Norfolk y el mar lo está erosionando poco a poco. El pueblo fue devastado por primera vez por una marejada ciclónica en diciembre de 2013, que destruyó siete casas. Ahora, la velocidad a la que retrocede el acantilado ha conmocionado tanto a los habitantes como a los expertos, y los residentes están pagando un alto precio por la falta de las necesarias defensas contra el mar.
Cuando la llamada "Bestia del Este" azotó el pueblo en marzo de 2018, fue uno de los lugares más afectados de Inglaterra. Durante el extraño fenómeno meteorológico, un total de 13 casas situadas en lo alto de los acantilados quedaron inhabitables. Cinco años después, las feroces tormentas de marzo y diciembre de 2023 provocaron la demolición de otras ocho viviendas.
Por desgracia para Hemsby, y otros pueblos como este de la costa de Norfolk, la ayuda no ha llegado. En octubre de 2023, se determinó que Hemsby no podía optar a la financiación del gobierno para construir un sistema de defensa costera de 1,3 km, cuya construcción costaría unos 20 millones de libras (25 millones de dólares o 24 millones de euros).
Y ello a pesar de que el turismo en el pueblo aporta cada año £80 millones (99 millones de dólares o 95,2 millones de euros) a la economía de Norfolk, según el grupo de campaña Save Hemsby Coastline (SHC). En enero de 2024, la SHC entregó al gobierno británico una petición en la que pedía que se actuara. La firmaron 17.000 personas.
Un mes después, en febrero de 2024, se reveló que Hemsby había quedado fuera de un plan gubernamental de defensa contra el mar de £25 millones (31 millones de dólares o 29,8 millones de euros), lo que obligó a los residentes a recurrir a defensas rudimentarias (en la foto).
Más recientemente, Kevin Jordan, antiguo residente de Hemsby, llevó al gobierno ante los tribunales por no protegerle supuestamente contra el cambio climático. Jordan perdió su casa debido a la erosión y pidió una indemnización pero, lamentablemente, un juez del Tribunal Superior desestimó su demanda en octubre de 2024, declarando que no había "error de derecho", según informó la BBC.
Aunque al parecer se está proponiendo un nuevo plan que podría ofrecer a los habitantes parcelas en el interior donde reconstruir sus viviendas perdidas, sin duda a los habitantes les parece demasiado poco y demasiado tarde.
Innegablemente impresionante, Zambujeira do Mar se asienta en lo alto de un acantilado en la región portuguesa del Alentejo. Es un lugar popular entre los surfistas, famoso por sus olas de izquierdas, que rompen en los acantilados del extremo sur de la playa.
Aunque estas olas atraen a miles de visitantes al año, también son en parte responsables de la caída de este idílico enclave costero.
La ubicación expuesta de la ciudad significa que los vientos marinos, las poderosas olas y las fuertes lluvias rompen regularmente trozos del acantilado, provocando una erosión considerable.
Ahora, las casas, carreteras y restaurantes que componen la ciudad corren peligro de caer al agua, ya que año tras año la superficie rocosa disminuye.
En 2016 se aprobó una solicitud de estabilización de acantilados en la playa de Zambujeira do Mar y el puerto de Porto Covo. Esperemos que estas medidas contribuyan a proteger este impresionante centro turístico costero.
Otros lugares de Portugal también están sufriendo. La playa de Vagueira (Praia da Vagueira), en la costa central portuguesa, se considera uno de los puntos más afectados de Europa por la erosión costera. La zona vio retroceder su litoral 156 m, entre 1958 y 2001.
La provincia española de Alicante está llena de localidades costeras, playas preciosas y pueblos atractivos. Es aquí donde se encuentra Guardamar del Segura.
La ciudad balneario presume de una playa de arena blanca de 11 km de longitud que, según las investigaciones, está siendo erosionada por las actividades humanas en la cercana cuenca del río Segura, lo que ha provocado cambios en los patrones del oleaje.
Estos cambios en los patrones de las olas han dañado significativamente el sistema de dunas de arena de la zona, con tasas de erosión que alcanzan los 70 cm al año.
Se calcula que si estos índices, y los fenómenos climáticos extremos, continúan a este ritmo, el litoral de esta zona retrocederá hasta el punto de que las casas situadas frente a la playa quedarán completamente destruidas en 2050. Estas casetas de playa están a escasos metros del agua. Y no solo Guardamar del Segura tiene problemas...
La ciudad portuaria de Dénia, en Alicante, fue azotada por potentes vientos, arena y agua de mar en enero de 2020, cuando la tormenta Gloria arrasó la región. Viviendas y comercios se inundaron y la tormenta dejó a su paso daños devastadores. Y eso que el Ayuntamiento de Dénia construyó diques de posidonia (una planta marina) y algas en distintas playas del municipio, en un intento de combatir la erosión y evitar que las tormentas se tragaran la arena.
Después, en noviembre de 2023, más de 3.000 personas fueron desalojadas de sus hogares, ya que el gobierno español confiscó propiedades a lo largo de la costa. Se cree que el terreno se utilizará como zona de amortiguación del mar.
Arraijanal-San Julián, en la región española de la Costa del Sol, también está sufriendo. Entre 2016 y 2022, la línea costera entre Torremolinos y Málaga retrocedió unos 45 m, informó Euronews.
Un mundo más cálido significa tormentas más feroces y frecuentes y marejadas y mareas de tempestad cada vez más dañinas, lo que no augura nada bueno para lugares como Happisburgh, en la costa este de Inglaterra, uno de los litorales de erosión más rápida de Europa.
Luchando por sobrevivir contra el mar, los blandos acantilados de arcilla y arena de Happisburgh se han ido desmoronando durante los últimos 5.000 años y, en los últimos 20 años, más de 30 casas se han desplomado sobre las olas.
Como era de esperar, las defensas contra el mar que se construyeron en la década de 1950 no han conseguido proteger la ciudad. Una catastrófica marejada ciclónica en 2013 dejó casas tambaleándose al borde de los acantilados de Happisburgh, mientras que otras cayeron dramáticamente al mar.
En los próximos 20 años, se prevé que Happisburgh ceda más terreno al mar que cualquier otro lugar de Gran Bretaña. Los expertos calculan que el pueblo perderá el equivalente a dos campos de fútbol en las próximas dos décadas. Con sus defensas de madera incapaces de contener las olas, el futuro de esta localidad parece bastante sombrío.
Los corrimientos de tierras siguen amenazando a la histórica aldea y la costa se redujo unos 10 m solo en el invierno de 2023, según el periódico local North Norfolk News.
Lamentablemente, a Happisburgh se le ha denegado la financiación gubernamental para mejorar sus defensas contra el mar, y el ayuntamiento ha declarado que "no era factible desde un punto de vista realista". Según la BBC, el Consejo del Distrito de North Norfolk gastó 3,9 millones de dólares o 3,7 millones de euros en la compra de las viviendas más expuestas a un precio reducido, lo que ha ayudado a algunos residentes a trasladarse más al interior. Sin embargo, muchos otros habitantes no han tenido tanta suerte.
La pintoresca ciudad de Soulac-sur-Mer está situada en la costa de Aquitania, en el suroeste de Francia. Cada año, el litoral de esta pintoresca parte del mundo retrocede y, a medida que se intensifica el cambio climático, la situación empeorará aún más.
De hecho, el edificio de apartamentos Le Signal (en la foto) se ha convertido en el ejemplo de la erosión costera inducida por el cambio climático en Francia.
Construido en la década de 1960, el complejo de viviendas se levantó sobre una duna de arena artificial y originalmente estaba a más de 182 m del agua.
El edificio fue evacuado en 2014 y posteriormente condenado, tras una sucesión de ocho tormentas invernales que provocaron una rápida erosión de la costa.
En febrero de 2023, Le Signal fue finalmente demolido, tras haber perdido la batalla contra la Madre Naturaleza. En el momento de su desaparición, el complejo se encontraba a solo 12 m del océano Atlántico, lo que pone de manifiesto el terrible impacto que el calentamiento global está teniendo en nuestras costas.
Otro pueblo de la costa este de Inglaterra que está sufriendo una alarmante erosión es Skipsea. El pueblo podría quedar borrado del mapa en un futuro no muy lejano, ya que el mar carcome lentamente los blandos suelos arcillosos de la zona a un ritmo de casi 6 m al año.
De hecho, algunas partes de la ciudad han perdido hasta 15 m en un año. El Dr. Eddie Dempsey, profesor de geología de la Universidad de Hull, declaró al periódico británico Mirror que la erosión no es nada nuevo, pero que cada vez es "más rápida" y es "consecuencia directa del cambio climático".
En los últimos 20 años, aproximadamente media milla (0,8 km) de tierra se ha disuelto en el mar, según los residentes. Calles enteras han desaparecido, junto con los edificios que había en ellas. Y, por supuesto, muchas más casas están en peligro.
2023 fue un año terrible para Skipsea, con mareas altas y fuertes vientos que contribuyeron a varios derrumbamientos importantes de acantilados. A principios de 2024, nuevas tormentas derribaron 76 m de costa en el espacio de solo dos semanas.
El propietario de un parque de caravanas local cree haber perdido 4 ha de terreno en los últimos 60 años, según el periódico Mirror .
Por desgracia, las autoridades locales han considerado demasiado costosa la implantación de un sistema de defensa costera, que además podría tener un impacto negativo en los ecosistemas marinos locales. Los días de Skipsea parecen contados y se la ha descrito como una ciudad fantasma, ya que los residentes huyen a climas más seguros.
El aumento del nivel del mar representa una amenaza existencial para la histórica ciudad italiana de Venecia. Los científicos del clima predicen que este punto turístico estará completamente bajo el agua a finales del siglo XXI.
Formada por 120 islas, conectadas por 391 puentes que se entrecruzan sobre 177 canales, Venecia se hunde. Sus bellos edificios están construidos sobre una laguna de barro y arcilla suelta, equilibrados sobre cimientos inadecuados de postes verticales de madera incrustados en el barro. Como resultado, la ciudad se ha hundido 15 cm en el último siglo.
En noviembre de 2019, Venecia sufrió una marea alta o "acqua alta" de dos metros, la segunda más alta registrada y la peor desde 1966. Las aguas inundaron más del 80% de la ciudad, dejando bajo el agua sus monumentos más famosos, como la plaza de San Marcos (en la foto).
La famosa basílica de la plaza -que se alza solo 65 cm sobre el nivel del mar- fue inundada por el agua marina, que dañó sus antiguas losas de mármol, mosaicos y columnas. Las obras de reparación costaron al gobierno unos 3,3 millones de euros.
Las autoridades venecianas esperan que un ambicioso proyecto de defensa contra las inundaciones salve la ciudad. La construcción del megaproyecto MOSE comenzó en 2003 y se preveía que estaría terminado en 2011, pero debido a los retrasos y al aumento de los costes, no se terminó hasta 2020.
Se preveía que la MOSE se levantaría unas cinco veces al año, cada vez que la marea ascendiera a 1 m. solo en los dos primeros años, la MOSE se desplegó 49 veces. Sin embargo, los expertos en cambio climático predicen que el nivel del mar de Venecia podría subir casi 2.5 pies (0.8 m) en 2100.
La región española de Cataluña es famosa por su impresionante litoral, salpicado de animados centros turísticos y tentadoras playas urbanas.
Aunque la región es innegablemente bella y diversa, también está sufriendo los efectos del calentamiento global. Según el sitio internacional de noticias Euronews, el caótico clima de España, que incluye "calor abrasador, sequía prolongada y fuertes aguaceros", ha provocado la disminución de turistas, así como de algunas de las playas más populares de la zona.
Según el Grupo de Variabilidad y Cambio Climáticos, muchas playas de España se están erosionando, sobre todo durante los periodos de fuerte oleaje provocados por los temporales de invierno. De hecho, en marzo de 2024, el viento y la lluvia intensos hicieron que algunas playas de Barcelona perdieran hasta 25 m de arena de su anchura.
Las dunas de arena también han ido desapareciendo de las playas de toda la región de Cataluña, "reduciendo drásticamente la biodiversidad y disminuyendo las protecciones naturales contra las olas y las mareas tormentosas". Las playas de Barcelona se ven especialmente afectadas, por lo que las autoridades locales han empezado a crear las llamadas "dunas híbridas" -arena mezclada con hierba marram- en las playas urbanas de la ciudad, para conservar la arena y proteger la ciudad de las inundaciones.
En 2010, el gobierno español envió 24.7 millones de pies cúbicos (700.000 m³) de arena a la costa de Barcelona, pero desde entonces el 70% de esa arena ha desaparecido. Las nueve playas de la ciudad de Barcelona han estado perdiendo aproximadamente 1. 1 millones de pies cúbicos (30.000 m³) de arena al año, mientras que, en general, las playas de Cataluña han perdido el 25% de su arena desde 2015.
Hasta ahora, el gobierno español ha gastado unos 5,3 millones de euros en un intento de proteger el litoral de Cataluña. Dado que las autoridades locales tienen dificultades para hacer frente a la magnitud de la erosión, existe un temor real por el futuro de las playas de la región, que atraen a millones de turistas cada año. Sin estas playas, ¿cómo será el futuro de la industria turística española?
Según el sitio de noticias France 24, una cuarta parte del litoral francés está actualmente afectado por la erosión. Debido a las tormentas cada vez más violentas, provocadas por el calentamiento global, algunas playas disminuyen 2 metros cada año, lo que lleva a ciudades enteras a estar a punto de ser envueltas por el mar.
Una ciudad en particular está experimentando un cambio dramático: Biscarrosse, en el departamento de Las Landas del país.
Biscarrosse se encuentra en la costa suroeste de Francia, en el océano Atlántico. En marzo de 2024, las playas de esta localidad se cerraron al público debido a la erosión, dejando algunos edificios de los acantilados en una situación muy precaria. Se cree que los niveles extremos de erosión, que no se veían desde 2014, son consecuencia de las duras condiciones meteorológicas y las fuertes corrientes.
Todos los años, las autoridades locales cierran las playas para reponer la arena perdida. Anualmente, las autoridades transportan 0,76 metros cúbicos (70.000 m³) de arena al año, y la mayor cantidad se depositó en 2020, cuando se necesitaron más de 3.5 millones de pies cúbicos (100.000 m³), informó France 24.
En 2019, André Laforêt compró su propiedad de ensueño, construida sobre la duna de Biscarrosse. Sin embargo, poco después de mudarse, sus vecinos fueron desalojados y se dio cuenta de que pronto se vería obligado a marcharse también, a medida que el océano Atlántico se acercaba a su puerta. Al no poder vivir en su nueva casa ni vendérsela a nadie, Laforêt pidió una indemnización.
La legislación francesa dispone del "Fondo Barnier" para indemnizar a las víctimas de catástrofes naturales, pero lamentablemente la erosión costera no está incluida, lo que deja a Laforêt, y a muchos otros residentes, sin nada.
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