¿Alguna vez has querido echar un vistazo detrás de las puertas crujientes y llenas de telarañas de un viejo hospital abandonado? Ahora puedes. En su interior, descubrirás sus intrigantes pasados, verás el inusual equipamiento que se usaba antaño y serás testigo de la decadencia dejada tras años de abandono.
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Adaptado al español por Alba Mora Antoja, Redactora en Español para loveEXPLORING.
Tras este desagradable exterior de hormigón gris turbio se esconde un hospital, captado aquí por el fotógrafo Leland Kent, creador de Abandoned Southeast. Los cristales espejados y la pesada entrada de hormigón que sobresale, apoyada en un gigantesco poste de hormigón, datan el diseño de la segunda mitad del siglo XX.
En su día vital para la salud de una pequeña comunidad rural, la población local participó desde el principio, recaudando dinero para igualar una subvención del gobierno para que pudiera construirse.
Aunque no estaba equipado con la tecnología más moderna (como puedes ver en el aterrador despliegue de maquinaria médica de la foto), el nuevo hospital tenía una sala de urgencias, salas de cirugía, una unidad de cuidados intensivos, un departamento de salud para mujeres y 60 camas para pacientes.
Lo mejor de todo es que la atención era para todos y todas, aunque no pudieras pagarla.
Por desgracia, el tema económico se convirtió en un problema, ya que al parecer el hospital se hundía bajo el peso de un montón de deudas. En los años noventa, los habitantes de la ciudad protestaron por el cierre del hospital.
En su lugar, fue absorbido por un centro mayor con el objetivo de volver a encauzar el presupuesto. En la foto, puedes ver el interior de uno de los quirófanos, ahora desprovisto de equipos, con las paredes y el techo derruidos.
Lamentablemente, el hospital se estancó sin esperanza de resurgir. Los departamentos cerraron y las instalaciones desaparecieron, al igual que los pacientes. La deuda era demasiado grande para recuperarla, así que la institución cerró.
La mayor parte del contenido del hospital se vendió, aparte de estas dos lámparas que quedaron en el quirófano, que quizá eran demasiado difíciles de derribar rápidamente. Ahora se ciernen sobre la sala vacía, como un par de ojos vigilantes.
Con una estrecha bañera de hidromasaje metálica, este lavabo ya no parece un lugar en el que te gustaría relajarte.
En un tono más alegre, el nuevo propietario arrendó de nuevo el solar a la ciudad por $1 (unos 0,9 €). Hoy en día se utiliza para actos comunitarios, como mercados agrícolas y festivales anuales. Una parte del edificio se ha utilizado incluso como atracción para una casa encantada. De hecho, esta segunda vida resultó un éxito, recaudando $30.000 (unos 27.900 €) en un mes.
Décadas de mugre rodean una camilla solitaria a la deriva en este hospital penitenciario en ruinas. Fíjate en el moho negro que sube por la pared, mientras el cableado del techo se balancea hacia abajo, al descubierto por las baldosas que faltan.
Intacto desde hace tiempo, puedes ver el antiguo sistema de telecomunicaciones dentro de dos grandes cajas de pared e incluso un buzón oxidado.
Comenzó su vida como hospital de tuberculosos a principios del siglo XX y, según Abandoned Southeast, trataba a personas infectadas por la mortal enfermedad que no podían permitirse un médico.
A través de la puerta abierta de este laboratorio, puedes ver botes de muestras tirados por el suelo. Los puestos de trabajo metálicos del laboratorio de biología y bioquímica tienen cajones y armarios abiertos de par en par, con frascos de productos químicos abandonados descuidadamente.
Esta habitación está asombrosamente deteriorada, con las paredes de ladrillo a la vista, pintura desconchada y escombros por el suelo. Hay jirones de un mural pegados a la pared, y las persianas de las ventanas están dobladas.
Es una habitación grande con varias camas de hospital, por lo que puede haber sido una unidad de cuidados intensivos o una sala normal.
En la década de los ochenta, la tuberculosis estaba en declive, por lo que el hospital se transfirió al sistema penitenciario. Se convirtió en un centro sanitario de mínima seguridad para reclusos varones.
Este sillón dental refleja su época, con una maraña de cables conectados. Aunque contiene curiosos artefactos médicos, el aparato en forma de máscara que se cierne sobre el sillón parece bastante intimidatorio.
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Echa un vistazo a esta impresionante biblioteca. Sorprendentemente intacta a pesar del desorden, ha salido mejor parada que las demás salas del centro: los libros de las estanterías incluso siguen en orden de materias.
Los recortes presupuestarios del Estado en el Departamento Correccional supusieron la disminución de fondos para el hospital de la prisión. Cerró en 2010, y desde entonces está abandonado.
Un lúgubre pasillo del interior de este hospital situado en Georgia parece sacado de una película. Apodado como “Bad Debt Hospital” (“Hospital de Deudas Incobrables”), se puede adivinar que este centro médico abandonado no tuvo una historia feliz.
Construido en 1968, el hospital de 52 camas tenía una sala de urgencias, unidades de cuidados intensivos y empleaba a 150 trabajadores, según Abandoned Southeast.
Mira toda la maquinaria médica desechada en este quirófano inquietantemente vacío. ¡Imagínate la tecnología anticuada volviendo a la vida!
Según Leland Kent, la ruina del hospital se debió a un escándalo de corrupción que lo sumió rápidamente en problemas financieros. Cerró sus puertas en 1974, pero reabrió en 1985, después de que una organización sin ánimo de lucro arrendara las instalaciones a la autoridad del condado.
Pero en lugar de un nuevo comienzo, se informó de que el hospital tenía una deuda cercana al millón de dólares a principios de la década de los noventa, lo que hoy serían unos $2,2 millones (unos 2 millones de euros). Se dio el control a una empresa de gestión para evitar otro cierre.
Resulta extraño ver estos sillones asombrosamente bien conservados y tapizados en elegante cuero en un edificio tan abandonado. Este espacio podría ser perfectamente el despacho de un director, con una elegante lámpara, cajones de madera e incluso un sello de caucho del hospital todavía en el escritorio.
La mala gestión financiera asoló el centro, con unos fondos sospechosamente menguantes marcados en rojo por un órgano de gobierno. También descubrieron que el hospital no tenía seguro suficiente para cubrir a los médicos de urgencias.
El sheriff, los abogados y los representantes de la autoridad hospitalaria irrumpieron en el despacho del director general de la empresa gestora en 1998, exigiendo su dimisión, según Abandoned Southeast. No tardó en obedecer. Ahora, los pabellones están siendo recuperados por la Madre Naturaleza, con enredaderas que crecen por las paredes.
En 2001, el hospital estaba acabado, y los recortes de Medicaid sellaron su destino. Se despidió al personal y se cerraron las puertas para siempre. Nadie volvió para salvar el equipo.
Los vándalos irrumpieron rápidamente en el edificio abandonado, informa Abandoned Southeast, y robaron valiosos cables de cobre. En el interior de este mausoleo médico permanecen atrapados los historiales de los pacientes, así como la tecnología del hospital.
El imponente edificio principal, una inquietante institución de estilo gótico que esconde un oscuro pasado, tiene tejados a dos aguas, cornisas de ladrillo con ménsulas y ventanas arqueadas.
Creado por los hermanos McDonald a mediados de la década de los ochenta, sigue la filosofía de diseño del psiquiatra Thomas Story Kirkbride de promover la buena salud de los pacientes con un entorno terapéutico. Por ello, está situado en una finca de unas 460 hectáreas en la cima de una colina y los edificios están escalonados, de modo que cada bloque disfrutaba de mucha luz solar, aire fresco, intimidad y vistas al jardín.
Fotografiado por Kent, parece una sombra de lo que fue. La pintura se está desprendiendo de las paredes y el techo en el interior de este pasillo, bordeado de habitaciones seguras a ambos lados. El motivo de la ventana interior de cristal puede haber sido mantener en observación a un paciente de riesgo.
El centro, de cuatro plantas, abrió sus puertas en 1889 con 156 pacientes. Su construcción costó $250.000 ($8,5 millones de hoy, unos 7,9 millones de euros) y tenía habitaciones para hasta 350 pacientes.
Parece un aula o una sala de terapia, con sillas en círculo y una pizarra en la que aún se inscriben tenues instrucciones. Sin embargo, la silla de madera del centro de la sala insinúa tratamientos anticuados y pasados de moda.
La institución creció rápidamente hasta albergar a más de 3.200 pacientes y 250 empleados en 1960, y se añadieron más edificios. Puedes ver la idea de espacio terapéutico en los altos techos y las altísimas ventanas, que permiten mucha luz en el interior.
En 2008, muchos de los edificios históricos de la institución fueron demolidos para crear en el lugar un moderno hospital psiquiátrico de $58,5 millones (unos 54,4 millones de euros). Por suerte, el edificio de estilo gótico estaba inscrito en el Registro Nacional de Lugares Históricos, por lo que no fue destruido.
Hoy, los edificios históricos están en mal estado. Estas maletas se confiscaban a los pacientes a su llegada, y al parecer nunca se devolvían.
Según Kent, el moderno hospital tiene unos 2.500 pacientes, aunque solo unos 300 viven allí.
El exterior utilitario de este hospital rural parece impoluto, aunque un poco vacío. Puedes imaginarte fácilmente una ambulancia rugiendo hasta la puerta principal. Pero eso no es algo que vayas a ver pronto, ya que este antiguo centro médico de la Georgia rural lleva mucho tiempo abandonado.
Aunque al parecer el hospital llevaba cerrado casi una década cuando Kent lo exploró, este pasillo que conduce al departamento de radiología, con su linóleo en forma de tablero de ajedrez, parece ordenado y limpio. Incluso la almohada de la camilla abandonada parece recién rellenada.
Este escáner corporal médico, que parece ser una máquina de resonancia magnética, parece que aún podría funcionar, aunque la tecnología ya está desfasada más de una década. Aunque pueda tratarse de una cápsula del tiempo, la sala se ha dejado en buen estado, como si los médicos acabaran de salir a comer.
Por mala suerte, decenas de hospitales rurales de condado han cerrado en todo el sureste de Estados Unidos. Solo en Georgia, ocho hospitales rurales, incluido este, cerraron solo entre 2008 y 2023. Según un informe de febrero de 2024, 18 de los 30 hospitales rurales que quedan en el estado corren riesgo de cierre por problemas económicos.
Resulta un tanto alarmante ver un contenedor de residuos infecciosos abandonado en esta sala. Los monitores de ordenador y otros equipos parecen enormes en comparación con la tecnología actual.
Lamentablemente, esta unidad de cuidados críticos cerró porque tenía deudas millonarias. Era uno de los mayores empleadores de la región, por lo que casi un centenar de personas perdieron su empleo cuando cerró, según Abandoned Southeast.
Una de las razones por las que los hospitales rurales pueden tener dificultades económicas es porque los pacientes suelen pertenecer a una población mayor y más pobre, que a menudo no tiene seguro médico. Esta habitación parece lista para recibir a un paciente, con todo aún en su sitio, incluso una silla cómoda.
Los funcionarios se mostraron optimistas respecto a la reapertura del centro algún día, por eso no se retiró ninguno de los equipos.
Fiel a su nombre, el Charity Hospital de Nueva Orleans ofreció antaño asistencia sanitaria de primera calidad para todos. Se fundó en 1736 a partir de la herencia de un constructor naval francés que legó dinero para construir un hospital para los pobres. Hasta su cierre, fue uno de los hospitales de Estados Unidos que más tiempo estuvo en funcionamiento, 300 años seguidos.
Tras ocupar varios locales a lo largo de los siglos, estos bloques de torres curvas de estilo Art Decó se convirtieron en el emplazamiento principal a partir de 1939.
Se trata de un enorme hospital con 2.680 camas que, según se dice, fue en su día el segundo hospital gratuito más antiguo y el segundo más grande de Estados Unidos. El Charity Hospital trataba a unos 100.000 pacientes al año que no podían pagar la atención médica.
Conocido por ser un hospital docente de primer orden, esta habitación en ruinas podría haber sido una sala de conferencias para que los estudiantes observaran demostraciones médicas.
En agosto de 2005, el huracán Katrina azotó Nueva Orleans y se inundaron los niveles inferiores del hospital. Unos 200 pacientes y el personal quedaron atrapados en el hospital durante casi una semana, sin electricidad ni aire acondicionado y con suministros médicos limitados y poca comida. Trágicamente, varios pacientes murieron.
En esta habitación privada, puedes ver la devastación causada por las aguas de la inundación. Los voluntarios intentaron que el Charity Hospital volviera a funcionar tras el huracán, pero los esfuerzos fueron bloqueados por el gobierno local, que abogó por construir un nuevo centro.
En 2015, se inauguró el Centro Médico Universitario, que costó más de $1.000 millones (unos 930 millones de euros). A diferencia del Charity Hospital, ofrece atención médica privada, además de tratar a personas sin seguro.
A salvo de las aguas de la riada, esta sala del piso superior está desprovista de muebles, pero estructuralmente parece no haber cambiado mucho desde el día en que fue abandonada. Por fin parece que la suerte está cambiando para el Charity Hospital.
En 2021, se anunció una remodelación del edificio por valor de $300 millones (unos 279 millones de euros) para crear una mezcla de espacios de investigación para estudiantes de medicina, apartamentos residenciales, un museo y tiendas. Tras los retrasos causados por la pandemia, está previsto que vuelva a abrir sus puertas en 2027. Esperemos que este viejo edificio pueda recuperarse.
Creado originalmente para atender a los marineros heridos que trabajaban en el río Misisipi, este hospital era un campus de seis edificios, inaugurado en 1884. Incluía habitaciones para enfermeras, una lavandería, una cocina y edificios administrativos.
El imponente bloque neoclásico de ladrillo rojo del hospital, en la foto, se añadió en la década de los años treinta. Construido en estilo georgiano, tiene tejado de pizarra, cúpula de cobre, columnas de piedra caliza y un campanario con cúpula azul.
Las paredes ruinosas de este antiguo pasillo de hospital probablemente se estén desconchando debido a la elevada humedad de la región.
Cada ala contenía habitaciones para pacientes y salas de día, mientras que la sección central tenía una sala dental, un quirófano, una cámara insonorizada para pruebas de audición y puestos de enfermería, según Abandoned Southeast.
Aquí está la clínica dental, con una máquina independiente en el centro de la sala. Probablemente se utilizaba para acoplar instrumentos dentales, pero debido a la descomposición ahora parece un curioso robotito.
A lo largo de las décadas, algunos edificios fueron demolidos y se crearon otros nuevos. Por suerte, los que quedan están ahora en el Registro Nacional de Lugares Históricos, lo que significa que no pueden destruirse, aunque la negligencia y los elementos ciertamente pasaron factura.
Esta sala no conserva rastro alguno de los antiguos enseres y accesorios, aunque la inquietante puerta de malla da la impresión de ser una celda. Las instalaciones fueron utilizadas por la Guardia Costera, cadetes marítimos, fuerzas armadas y empleados del gobierno heridos en acto de servicio.
El hospital cerró en la década de los sesenta y un museo alquiló la mitad de la propiedad, mientras que el gobierno federal conservó el resto. A principios de la década de 2000, las autoridades vendieron el hospital a un comprador privado.
Aquí no encontrarás ningún historial de los pacientes, ya que todo ha sido cuidadosamente limpiado. Fíjate en las pegatinas del ejército de la puerta y el armario, mientras que los azulejos azules de la pared han sobrevivido notablemente bien.
En 2019, comenzaron las obras para convertir el edificio en apartamentos, conservando los detalles históricos del edificio. Ahora se llama más bien La Residencia Marina y, a partir de 2024, las viviendas se alquilan por una media de unos $2.000 (unos 1.860 €) al mes.
He aquí un conjunto de edificios que en su día formaron parte de una unidad de salud mental, pero la gran estructura está ahora ahogada por los árboles, que crecen más altos que su tejado. Fundada en 1870, fue la primera institución psiquiátrica de Estados Unidos exclusivamente para la comunidad afroamericana, según Abandoned Southeast.
Varios cientos de pacientes fueron trasladados aquí desde otros centros, así como desde las cárceles locales. El hospital tenía un edificio administrativo de cuatro plantas rodeado de alas de tres plantas que albergaban seis pabellones.
Los tonos inquietantemente brillantes de rojo, amarillo y azul de estas puertas interiores resultan extrañamente discordantes.
Se fueron añadiendo nuevos edificios a medida que aumentaba la población de pacientes. Cada edificio alojaba a los pacientes según su diagnóstico, incluidos pabellones para personas con enfermedades crónicas, tuberculosis, epilepsia y psicosis.
Mira este viejo equipo de peluquería abandonado en una sala de recreo comunal, que también tiene un televisor antiguo en un rincón. Resulta extraño ver que el revestimiento de imitación de ladrillo se está desprendiendo en un lado de la sala, pero no en el otro, quizá como consecuencia de la humedad.
El manicomio proporcionaba un equilibrio entre trabajo y ocio, y los pacientes cultivaban cacahuetes, trigo, quingombó, sandías, calabazas y rábanos en las tierras de labranza del lugar. Sin embargo, algunas de las prácticas médicas eran indudablemente crueles.
Esta mugrienta escalera tiene un aspecto intimidatorio, con su pintura agrietada y las letras de la plantilla de popa.
En 1950, las instalaciones estaban muy masificadas, con casi 5.000 pacientes. Se dice que un pabellón llegó a hacinar a más de 300 pacientes en una habitación. Así que se construyeron edificios adicionales, incluida una unidad geriátrica y una unidad forense de máxima seguridad.
Las bañeras de hidroterapia metálicas de la foto parecen incómodas en esta sala en ruinas, donde los azulejos del techo se han caído para dejar al descubierto el cableado. El hospital quitó la política de desegregación y, desde 1968, admite a todos los pacientes.
El hospital sigue abierto hoy en día, pero se ha trasladado a edificios más nuevos, mientras que las estructuras más antiguas se deterioran lentamente y son engullidas por la vegetación.
Este imponente edificio de ladrillo rojo está construido como una fortaleza y por una buena razón, ya que tras los imponentes muros de seis pisos se escondía una grave enfermedad. El hospital trataba a pacientes aquejados de tuberculosis, una infección bacteriana contagiosa que suele afectar a los pulmones.
En la década de 1900, la tuberculosis era una de las dos principales causas de mortalidad en Estados Unidos y se había convertido en una crisis de salud pública.
En este tenue y sucio pasillo del hospital puedes ver una camilla grisácea y las paredes moteadas de humedad y podredumbre.
Cuando el gobierno asumió la responsabilidad de las medidas de salud pública, se pensó en los sanatorios como la forma de controlar la propagación de la enfermedad. La palabra "sanatorio" significa aproximadamente "lugar de curación", pero una vez que te ingresaban, lo más probable era que estuvieras allí para un tratamiento a largo plazo.
Las banderas patrióticas abandonadas en estas sillas modernas vacías de mediados de siglo contrastan extrañamente con los daños generalizados de las paredes y el musgo que salpica el suelo de cemento.
La tuberculosis era una enfermedad indiscriminada, que afectaba tanto a los jóvenes como a los ancianos. El gran hospital empezó a construirse en 1936 y abrió sus puertas en 1938, con 268 camas, según Abandoned Southeast.
Esta habitación saqueada presenta un lavabo de cerámica destrozado y cajones abiertos de par en par.
Cuando se inauguró el hospital, no había cura para la tuberculosis. Como la enfermedad era tan infecciosa, el sanatorio se quedó rápidamente sin camas, dejando a los pacientes hacinados en los pasillos. Se dice que algunos pacientes pasaron años encerrados en cuarentena.
En esta sala, una silla solitaria nos recuerda todos los pacientes que una vez ocuparon los pasillos del hospital. Por suerte, en 1943 se encontró una cura antibiótica para la tuberculosis. Otros descubrimientos de antibióticos en 1965 dieron lugar al éxito del tratamiento generalizado de la enfermedad. Así, el número de pacientes disminuyó y, en consecuencia, el sanatorio cerró en la década de los ochenta.
La increíble fotografía de Leland Kent que documenta los fascinantes espacios perdidos de Estados Unidos se puede encontrar en su libro Abandoned Alabama: Exploring the Heart of Dixie (America Through Time).
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