La Guerra Fría fue sin duda un periodo tumultuoso, tanto para el mundo como para Estados Unidos, en el que se cernía la amenaza del Armagedón nuclear. Por ello, en todo el país se construyeron sólidos búnkeres para proteger a los ciudadanos estadounidenses en caso de lluvia radiactiva. Muchos de estos lugares emblemáticos de la Guerra Fría siguen existiendo hoy en día, incluidos dos construidos para el presidente John F. Kennedy.
En el mes del aniversario del trágico asesinato del presidente, revelamos la fascinante historia de los búnkeres de la Guerra Fría de JFK, que pronto podrían ser designados Monumentos Históricos Nacionales...
Adaptado al español por Rocío Durán Hermosilla, Redactora en Español para loveEXPLORING
La tensión y la rivalidad entre EE.UU. y la Unión Soviética -un improbable aliado de EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial- se dispararon tras el final del conflicto en 1945. A Occidente le preocupaba la expansión del comunismo por Europa Oriental, así como la consiguiente acumulación de armas nucleares, mientras que el dirigente soviético Iósif Stalin estaba descontento con la división de Europa tras la guerra. En la foto Winston Churchill, Franklin D Roosevelt y Stalin en la Conferencia de Yalta de 1945.
El conflicto resultante se denominó Guerra Fría, un complejo periodo de antagonismo entre oriente y occidente que burbujeó durante 45 años y se caracterizó por el espionaje y el juego político. Durante todo ese tiempo, la amenaza de una guerra nuclear persistió mientras estadounidenses y soviéticos gastaban enormes sumas de dinero en armamento avanzado. Los carteles de advertencia y los libros de bolsillo con avisos como el de la foto eran habituales.
Se produjo un momento decisivo más de una década después de que terminara la Segunda Guerra Mundial, en 1957, cuando Nikita Jruschov (en la foto), líder de la Unión Soviética entre 1953 y 1964, hizo unas declaraciones alarmantes en una entrevista a los medios de comunicación. Jruschov retó al entonces presidente estadounidense Dwight D Eisenhower a un "concurso pacífico de cohetes", alimentando aún más los temores sobre una inminente guerra nuclear.
Una larga serie de presidentes estadounidenses sirvieron durante la Guerra Fría, entre ellos Harry Truman, Eisenhower y John F. Kennedy, cuyos esfuerzos durante el conflicto aún tienen un legado perdurable. Fue bajo el gobierno de Kennedy cuando se puso en marcha un programa nacional de refugios antinucleares, destinado a tranquilizar y proteger a los ciudadanos de un desastre nuclear. El presidente aparece aquí hablando con Jruschov.
Los refugios públicos empezaron a surgir por todas partes, desde escuelas hasta bloques de oficinas, después de que el gobierno federal inyectara unos $207 millones (unos 192,5 millones de euros) en las obras. La edición de septiembre de 1961 de la revista Life publicó un artículo de portada titulado "Puedes protegerte de un ataque nuclear", junto con una carta del presidente Kennedy en la que afirmaba con optimismo que el 97% de la población podría utilizar refugios para sobrevivir. Los búnkeres viables debían tener paredes gruesas y resistentes para sobrevivir a la lluvia radiactiva, además de un almacén de provisiones de alimentos no perecederos y botiquines de primeros auxilios.
A instancias del gobierno federal, también se solían instalar búnkeres nucleares privados en casas familiares. El de esta foto pertenecía a una pareja de Fort Wayne, Indiana, en la década de 1950; el enorme búnker era independiente y estaba hecho de acero resistente. Su función principal era proteger contra la peligrosa radiación que seguiría a un ataque nuclear, más que contra la propia explosión.
Kennedy también siguió sus propias directrices. En un esfuerzo por proteger a su familia y a su personal, el difunto presidente construyó un par de búnkeres en dos lugares cuidadosamente elegidos del este del país. Ambos refugios permanecen hoy en día.
La ciudad de Hyannis Port, en Cape Cod, Massachusetts, era especial para los Kennedy. El presidente solía llevar a su familia a este refugio costero como descanso del mundo de la política, y su elegante mansión llegó a conocerse como la "Casa Blanca de verano". En la foto, el presidente con su esposa Jackie, de soltera Jacqueline Lee Bouvier.
Los padres de JFK (Joseph P Kennedy y Rose Fitzgerald Kennedy) habían veraneado aquí antes que él, y compraron la casa de verano en la década de 1920. La finca llegó a tener seis acres (unas 2,4 hectáreas) y tres casas, y JFK utilizaría el complejo como base para su exitosa campaña presidencial de 1960. Un joven Kennedy (izquierda) sonríe junto a sus hermanos Robert y Ted en esta nostálgica instantánea.
El presidente y su administración reconocieron que el retiro de Cape Cod era un lugar muy expuesto en caso de ataque nuclear, por lo que se decidió construir un búnker nuclear en los alrededores. El lugar elegido fue la Instalación Naval Tom Nevers (foto de arriba), en la isla de Nantucket, un minúsculo islote situado a unos 48 km (30 millas) al sur del cabo.
El búnker se construyó en 1962 y, con unos 1.900 pies cuadrados (unos 177 m²), tenía espacio para 30 personas. En caso de catástrofe, estaba previsto que un helicóptero o un submarino transportaran a JFK (y a cualquier colega o familiar que estuviera con él) a las instalaciones para su protección.
El trabajo fue rápido: el búnker, formado por cabañas prefabricadas Quonset (muy populares en aquella época), se construyó en dos semanas y se basó en refugios que habían sobrevivido a pruebas nucleares. Estaba centrado en un largo pasillo, que se ramificaba en un espacio de reunión, una sala de máquinas y una sala con duchas para descontaminarse en caso de lluvia radiactiva.
Según parece, JFK nunca tuvo motivos para poner un pie en el búnker y a lo largo de los años ha tenido distintos usos, como almacén de la feria del condado de Nantucket y casa club de la Asociación de Caza de Nantucket. Por desgracia, también fue objeto de vandalismo en 2021, cuando un vehículo arrancó la enorme puerta de acero de su marco.
A pesar de los daños, el interior del búnker permanece intacto, y ahora es candidato a ser designado Monumento Histórico Nacional. Se han hecho llamamientos para restaurar completamente el búnker a su estado de 1962, pero también se cree que está en una posible zona de erosión costera, lo que significa que con el tiempo la reliquia podría perderse a manos de la Madre Naturaleza.
El búnker de Nantucket no fue el único construido para JFK. El presidente también poseía una casa de vacaciones en Palm Beach, Florida, y ésta también fue señalada como posible objetivo de un ataque nuclear. Posteriormente, se construyó un búnker en la Isla del Cacahuete del condado de Palm Beach, una isla artificial de 32 hectáreas a la que hoy se llega en un transbordador de 20 minutos desde tierra firme. En la foto, el puesto de guardacostas de la isla.
Al igual que el búnker de Nantucket, este refugio de Palm Beach también se construyó en 1962 y nunca fue utilizado por JFK. Más tarde sería protegido como parte del Museo Marítimo de Palm Beach de la isla, entre 1992 y 2017. La entrada aparece aquí en 2009.
El museo abarcaba seis acres (unas 2,4 hectáreas) en la Isla del Cacahuete, y permitía al público explorar el histórico búnker de JFK. Dentro, los aficionados a la historia podían ver reliquias como esta vieja radio y este teléfono antiguo.
Un elemento destacado de las exposiciones del museo era este escritorio presidencial, instalado dentro del búnker histórico. Si se hubiera materializado la amenaza de un ataque nuclear, el presidente podría haber continuado con algunas de sus obligaciones desde aquí.
Otras exposiciones incluían estos antiguos artículos sanitarios, desde un limpiador de manos sin agua hasta un desodorante. A pesar de la popularidad del museo, se temía por la seguridad del emplazamiento, ya que el búnker se iba volviendo cada vez más decrépito con el paso del tiempo. El museo acabó cerrándose y, en la actualidad, el búnker necesita millones de euros en reparaciones.
Sin embargo, el futuro del búnker parece prometedor. Los llamamientos a protegerlo como Monumento Histórico Nacional han renovado el interés por el lugar, cuyo arrendamiento acaba de renovar el Puerto de Palm Beach. Hay planes en marcha para llevar a cabo las costosas obras de reparación con la esperanza de reabrirlo al público como museo en los próximos años.
¿Te ha gustado? Haz clic en el botón Seguir de arriba para ver más historias fantásticas de loveEXPLORING