Todos los pueblos fantasma fueron una vez una comunidad próspera, pero por diversas razones estas mismas comunidades los abandonaron, dejando tras de sí asentamientos desiertos que recuerdan tiempos pasados. Desde inquietantes asentamientos de exmineros hasta pueblos abandonados por la guerra, estas ciudades fantasma tienen pasados fascinantes y presentes misteriosos.
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Adaptado al español por María J. Arabia, Editora de Sindicación en Español para loveEXPLORING.
El oro se descubrió por primera vez en la ciudad californiana de Bodie en 1859, pero no fue hasta que se agotaron las minas del norte y el este cuando los mineros empezaron a emigrar a la región en gran número. En la década de 1870, cuando se tomó esta foto, el pueblo tenía una población de unas 10,000 personas. Mineros y hombres de negocios se codeaban con pistoleros y jugadores, y Bodie se ganó rápidamente la reputación de "ciudad de tiradores", donde los tiroteos al estilo del Salvaje Oeste eran alarmantemente frecuentes.
Las grandes explotaciones mineras terminaron en 1915 y las de menor escala cesaron a principios de la década de 1950, tras lo cual Bodie fue abandonada lentamente a medida que los residentes se trasladaban a ciudades más templadas y prósperas. El pueblo se convirtió en un Lugar Emblemático Histórico Nacional en 1961 y en 2008 se creó la Fundación Bodie para garantizar su conservación en un estado de "decadencia detenida". Hoy quedan más de cien edificios originales como un inquietante recuerdo del modo de vida del Salvaje Oeste, entre ellos la escalofriante iglesia metodista, el viejo edificio del banco y la cárcel.
Montserrat es un diminuto territorio de ultramar del Reino Unido en las Islas de Sotavento, en el Caribe. Fue colonizado por colonos irlandeses en 1632, lo que le valió el sobrenombre de "Isla Esmeralda del Caribe", y su capital, Plymouth, se fundó en el siglo XVIII. En tiempos modernos, Plymouth fue durante mucho tiempo el principal puerto de la isla, además de contar con el único aeropuerto internacional. Esta foto del Memorial de Guerra y la Torre del Reloj de la ciudad, construidos para conmemorar a los montserratinos que murieron en la Primera y la Segunda Guerras Mundiales, fue tomada en la década de 1970.
Hoy Plymouth yace abandonada y enterrada bajo cenizas después de que el volcán Soufriere Hills, hasta entonces inactivo, entrara en erupción en 1995 y de nuevo en 1997. Unos 4,000 residentes fueron evacuados al norte de la isla y se estableció una zona de exclusión alrededor de la ciudad sepultada, que rápidamente fue nombrada "la Pompeya del Caribe". Plymouth sigue siendo técnicamente la capital de Montserrat, la única ciudad fantasma del mundo que ostenta esa extraña distinción. Actualmente se está construyendo una nueva capital en Little Bay, en el extremo norte de la isla.
Situada a sólo nueve millas (15 km) de Nagasaki, la isla de Hashima se convirtió en un centro de la industria japonesa del carbón cuando Mitsubishi compró la isla en 1890 y empezó a extraer carbón de las minas submarinas. A pesar de contar con una superficie de tan solo 16 acres, llegó a tener una población de más de 5,000 habitantes en su apogeo. La mitad de la isla fue dedicada a las labores de la mina, y la otra a espacio residencial, lo que incluiyó apartamentos, dos escuelas, restaurantes, tiendas, un baño público, un hospital y un santuario sintoísta.
Cuando las necesidades energéticas de Japón cambiaron y la demanda de carbón disminuyó, Mitsubishi decidió cerrar la mina en 1974. Al cabo de unos meses, los trabajadores abandonaron las instalaciones y Hashima se convirtió en una isla fantasma. La isla apareció como guarida del personaje de Javier Bardem en la película de James Bond Skyfall y ahora es una popular atracción turística. Desde 2009, los turistas pueden aterrizar en la isla y contemplar los edificios y la infraestructura en ruinas desde tres plataformas de observación diferentes.
La vida nunca fue especialmente fácil en la ciudad de Craco, en el sur de Italia, rodeada de tierras baldías bañadas por el sol. La ciudad, un poco al sur de Matera, quedó atrapada en medio de la batalla por la unificación italiana en el siglo XIX. Tras la Segunda Guerra Mundial muchos de los residentes jóvenes y capaces de la ciudad se marcharon para empezar una nueva vida en lugares como América y Australia. En 1960, cuando se tomó esta foto, la mayoría de los habitantes que quedaban eran ancianos y enfermos.
La gota que rebasó el vaso llegó cuando una serie de violentos terremotos y derrumbes tornaron inhabitable a la ya de por si precaria ciudad, que se encontraba situada en lo alto de una colina. En 1963, la mayoría de los habitantes fueron trasladados a un asentamiento en un valle cercano y en 1980 la ciudad fue abandonada por completo. En la actualidad, los únicos signos de vida son los turistas con casco que realizan visitas guiadas y la maleza que brota de los edificios en ruinas.
En su apogeo a principios del siglo XX, Grytviken, en la isla subantártica de Georgia del Sur, era un lugar extremadamente espantoso. Era aquí donde los balleneros sacaban sus capturas a la orilla y las procesaban, cortando la piel y la grasa, una tarea nauseabunda, conocida como "flensing", fotografiada aquí en la década de 1910. En la primera temporada completa de caza de ballenas en Grytviken, las ballenas jorobadas eran tan numerosas que los balleneros podían capturar tantas como quisieran sin ni siquiera salir de la bahía.
En sólo 60 años se procesaron en Grytviken más de 54,000 ballenas. Pero a mediados del siglo XX la demanda de aceite de ballena estaba cayendo y las poblaciones de ballenas se estaban agotando, por lo que en 1964 se cerró definitivamente la planta ballenera. En la actualidad, la planta está abandonada y en ruinas, y es un punto de parada habitual para los visitantes que acuden a la isla para visitar la tumba del explorador antártico Ernest Shackleton, que murió de un ataque al corazón mientras estaba amarrado a poca distancia de la costa.
Wittenoom fue en su día una próspera ciudad minera de la región de Pilbara, en Australia Occidental, a unas 15 horas en coche al noreste de Perth. En su apogeo, la ciudad tenía una población de 20,000 habitantes, de los cuales 7,000 trabajaban directamente en la mina. Pero la ciudad guardaba un secreto mortal. Extraían y molían asbesto azul, el tipo de asbesto más peligroso, y transportaban las fibras procesadas en camiones abiertos. En esta foto tomada en 1962, el polvo de amianto proyecta una neblina azul sobre la zona.
La mina se cerró en 1966, en parte porque la explotación había dejado de ser rentable. Montones de residuos mineros contaminados quedaron esparcidos por el pueblo. El gobierno desmanteló la ciudad en 2007 y la eliminó de todos los mapas para disuadir a la gente de visitarla. En septiembre de 2022, el último residente de Wittenoom – el mayor foco contaminado del hemisferio sur – fue finalmente desalojado, y los activistas esperan que por fin comience la limpieza. Hasta la fecha, más de 2,000 mineros, residentes y familiares han muerto de enfermedades relacionadas con la producción de asbesto.
Incongruentemente bautizada con el nombre de una novela romántica del siglo XIX del mismo nombre, St Elmo se despojó rápidamente de cualquier pretensión romántica cuando se descubrió oro y plata en la zona en la década de 1880. Unos 2000 mineros, en su mayoría hombres, rápidamente acapararon la ciudad. La calle principal se convirtió en una franja de tabernas, salones de baile y burdeles, como las de otros pueblos de la época, aunque no lo parezca en esta foto tomada en la década de 1930. La ciudad se volvió aún más prospera cuando el túnel Alpine, ya terminado, la conectó con el ferrocarril Denver, South Park y Pacific.
En el apogeo del boom minero había más de 150 concesiones mineras patentadas en la zona de St Elmo. Pero a medida que se agotaban, la población disminuía. Cuando se cerró la línea de ferrocarril en 1922, se dice que la población que quedaba en St Elmo se montó en el último tren que salía de la ciudad y nunca regresó. Hoy St Elmo es uno de los pueblos fantasma más accesibles y mejor conservados del oeste, con 43 edificios que permanecen más o menos como estaban cuando se abandonaron, entre ellos una taberna, el juzgado, la cárcel, tiendas y algunas casas.
Durante un tiempo, entre las décadas de 1880 y 1930, la ciudad minera de Humberstone, en lo alto del desierto de Atacama (Chile), fue la capital mundial del salitre. Conocido científicamente como nitrato potásico y coloquialmente como "oro blanco", era un ingrediente esencial del fertilizante que los países industrializados de Europa necesitaban para cultivar alimentos para sus poblaciones en expansión. Aquí vemos la maquinaria y las bateas utilizadas para la cristalización del salitre en funcionamiento en 1889, cuando este compuesto químico representaba hasta el 80% de las exportaciones de Chile y hasta el 60% de sus ingresos fiscales.
Cuando los químicos alemanes desarrollaron un sustituto sintético durante la Primera Guerra Mundial, la industria del salitre chileno cayó en picado y, tras un periodo de modernización, las instalaciones de Humberstone fueron finalmente abandonadas hacia 1960. El éxodo se produjo tan rápidamente que gran parte del pueblo quedó congelado en el tiempo, a cuya conservación contribuyó el aire seco del desierto. En 2005, Humberstone fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y hoy sigue siendo una intrigante cápsula del tiempo de lo que fue una de las minas más importantes – y lucrativas – del mundo.
Con sus playas doradas, sus aguas centelleantes y su animada vida nocturna, el deslumbrante balneario de Varosha, en Chipre, fue conocido en su epoca como "Las Vegas del Mediterráneo". A mediados del siglo XX, era uno de los lugares más frecuentados por los ricos y famosos de Europa, y durante un tiempo acogió a personajes como Elizabeth Taylor y Richard Burton, así como a la emblemática superestrella francesa Brigitte Bardot.
Los días de gloria de Varosha se vieron bruscamente interrumpidos en julio de 1974, cuando las antiguas tensiones greco-turcas estallaron. Un golpe de estado apoyado por Atenas hizo que el ejército turco invadiera la isla para proteger a los turcochipriotas de la temida violencia étnica. Se prohibió la entrada en Varosha a todo el mundo excepto a los militares turcos, y en la actualidad los edificios de la ciudad, antaño floreciente, están en ruinas y abandonados. En los últimos años se ha permitido a los ciudadanos turcos visitar la playa, pero la infraestructura en ruinas sigue estando prohibida por motivos de seguridad.
Un descubrimiento casual de un ferroviario namibio que limpiaba las vías en 1908 desencadenó una cadena de acontecimientos que transformaría una solitaria mancha vacía en el desierto de Namibia en uno de los lugares más ricos de todo el continente africano. Zacherias Lewala había descubierto diamantes y, en cuanto se corrió la voz, los buscadores de oro acudieron a la zona. En 1912, la recién creada ciudad de Kolmanskop producía un millón de quilates al año y se había convertido en un oasis de lujo y riqueza, así como en un insólito foco cultural.
Como los buscadores de Kolmanskop se limitaban a recoger diamantes donde estaban, las autoridades coloniales alemanas que controlaban Namibia en aquel momento intervinieron y concedieron los derechos a una única empresa con sede en Berlín. Cuando se encontraron más diamantes al sur, los habitantes del pueblo se marcharon en masa, abandonando sus casas y posesiones. En 1956 las minas estaban agotadas y Kolmanskop abandonada. Las dunas reclamaron rápidamente lo que era suyo, colándose por las puertas de los edificios y llenándolos de arena.
Escondida en la ensenada de Cousins, entre una red de fiordos serpenteantes, Ocean Falls, en Columbia Británica, está como mínimo a un día de viaje de Vancouver, pero su ubicación frente al mar siempre le proporcionó abundante energía hidroeléctrica. La Bella Coola Pulp and Paper Company abrió una planta aquí a principios del siglo XX y durante muchos años la gran demanda de papel hizo que la industria prosperara en el pueblo. Esta foto tomada hacia 1935 muestra a un trabajador clasificando troncos destinados a convertirse en papel.
En su apogeo, hasta 3,500 personas vivieron en Ocean Falls. Pero a finales de los años 60 los costos aumentaban y muchos de los edificios se encontraban en mal estado, por lo que las operaciones empezaron a reducirse. A principios de los 80 sólo quedaban unos 70 residentes. En la actualidad, gran parte del pueblo está en ruinas, incluida la desierta posada Martin, que en su época fue uno de los mayores hoteles de la costa oeste de Canadá. El hotel, al igual que el pueblo, siguen siendo un destino popular para los aventureros urbanos que vienen a explorar lo que queda de las edificaciones abandonadas que se pudren en el clima notoriamente lluvioso de Ocean Falls.
El pequeño pueblito aragonés de Belchite, a 45 km al sur de Zaragoza, se fundó en 1122 para defender la frontera entre los reinos cristianos del norte y los reinos moros musulmanes del sur. En 1937, Belchite volvió a encontrarse en primera línea, esta vez en la Guerra Civil Española, cuando una batalla entre las fuerzas republicanas y los nacionalistas dirigidos por el general Franco mató a miles de personas y dejó la ciudad en ruinas. Tal fue la devastación que el periodista Cecil D Eby describió lo que quedó era "menos una ciudad y más los vestigios de un olor repugnante".
Cuando Franco retomó Belchite en 1938, ordenó que no se reconstruyera la ciudad. Quería que las ruinas permanecieran allí como un monumento a la guerra y a las consecuencias de oponerse a él. Hoy Belchite tiene en gran medida el mismo aspecto que entonces: maltratada, brutalizada y abandonada a los elementos. Pero más que un tributo al poder de un hombre, los visitantes que realizan una visita guiada al lugar ven un sombrío recordatorio de la brutalidad del fascismo y la locura de la guerra.
Fueron los suecos quienes descubrieron por primera vez el carbón en Svalbard, un sombrío archipiélago situado entre Noruega y el Polo Norte. Pero después de que las islas fueran cedidas a Noruega como parte del Tratado de Svalbard de 1925 – con la condición de que otras naciones pudieran seguir pescando y explotando minas allí – los suecos vendieron su mina de carbón de Pyramiden a los rusos. En la década de 1950, esta se convirtió en una mini Unión Soviética en el corazón del Ártico, y hogar de 2,500 personas, más de las que viven hoy en la capital de Svalbard, Longyearbyen.
La minería continuó en Pyramiden hasta 1998. La ciudad había sobrevivido al colapso de la Unión Soviética, pero la disminución de las reservas de carbón y el desastroso accidente aéreo de 1996 en Operafjellet, en el que perdieron la vida 141 rusos, resultaron en su repentino abandono. Casi 30 años después, su aspecto es muy parecido al de entonces, aún se pueden ven los murales políticos y los bustos de Lenin, que ofrecen a los visitantes una visión de la vida y la cultura de la época soviética.
En la época en que se tomó esta foto, en 1885, el atmosférico pueblo de Hallsand, en la costa de Devon, tenía 37 casas, un pub llamado London Inn y una población de 159 habitantes. Los aldeanos dependían de la pesca y la captura de cangrejos para ganarse la vida, un negocio peligroso que conllevaba ganancias erráticas y una alta probabilidad de perderse en el mar. Sin embargo, era una comunidad muy unida en la que todos, incluidos mujeres y niños, ayudaban a traer la pesca del día.
Aquella comunidad se perdería para siempre. En la década de 1890, el Almirantazgo empezó a excavar en busca de grava frente al pueblo. En consecuencia, en 1900 el nivel de la playa había empezado a descender, y en otoño de ese año parte del dique fue arrastrado por las tormentas. La erosión continuó lentamente hasta la noche del 26 de enero de 1917, cuando los vientos huracanados y las mareas altas rompieron las defensas de Hallsands y el pueblo cayó finalmente al mar. Nadie resultó herido, pero todas las casas desaparecieron excepto una. Era propiedad de Elizabeth Prettyjohn, que se negó a marcharse y vivió allí con sus gallinas hasta su muerte en 1964.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, Oradour-sur-Glane era una tranquila comunidad rural situada cerca de Clermont-Ferrand, en el centro de Francia. Todo cambió el 10 de junio de 1944, cuando los soldados de las SS reunieron a los aproximadamente 650 habitantes del pueblo – muchos de ellos refugiados – y los masacraron. Encerraron a los hombres en un granero, a las mujeres y a los niños en la iglesia, y luego prendieron fuego a ambos edificios. Aquí vemos un cortejo fúnebre realizado poco después por el pueblo para conmemorar a quienes murieron.
Sólo siete personas sobrevivieron a la masacre: cinco hombres protegidos por cadáveres caídos, una mujer que escapó por la ventana de la iglesia y un niño que consiguió escapar durante la redada. En 1946, el gobierno francés declaró que los restos calcinados de Oradour-sur-Glane debían dejarse intactos como monumento en memoria de los que perdieron la vida, propósito que sigue cumpliendo hoy en día.
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